Luis Velázquez

Vivir para leer/ Aislado del mundo/ Filme “La librería”

EMBARCADERO: Hay una película donde un hombre alcanza la dicha encerrado en su casa, sin asomarse a la calle, leyendo día y noche… Se entiende que es un hombre jubilado y quien, además, vive solo… Sin esposa, hijos ni parientes… Retirado, incluso, en una casa frente al mar, lejos del pueblo más cercano… El mismo se cocina… El mismo se lava la ropa… Y su distracción consiste en caminar a la orilla de la playa cuando, además, la playa está solitaria… Apenas, unas golondrinas volando sobre la bahía…

ROMPEOLAS: Su vida es leer, pasión de sus años… Nunca escribe, únicamente lee… Los libros están en su biblioteca, pero como la biblioteca es insuficiente, entonces, hay libros en las recámaras, en la sala, en el antecomedor y en los pasillos… A veces, rara, insólita ocasión, el hombre tiene visitas… En todo caso, nunca las necesita para vivir… Siempre está acompañado, primero, de libros, y segundo, de los personajes que habitan los libros leídos y desfilan en las páginas como en un carrusel de caballitos en feria pueblerina…

ASTILLEROS: El filme se llama “La librería”… Y es la historia de otra mujer solitaria, viuda, joven (demasiado joven para ser viuda) que decide regresar a su pueblo rural, de campesinos y pescadores, para poner una librería… Todos los vecinos le dicen que se trata de un error y de un negocio fracasado de antemano… Pero ella sueña… Y cuando le informan de aquel hombre viejo encerrado en su casa para leer, ella se siente dueña de vida… De pronto, el viejo aquel le envía una cartita con un niño amigo donde la saluda y le pide unos libros de biografías y novelas… “Es mi primera venta” exclama ella, contenta y feliz…

ESCOLLERAS: El hombre de la película recuerda, por ejemplo, al maestro Diódoro Cobo Peña… Cardiólogo, en el consultorio médico tenía una biblioteca con unos diez mil libros, todos, aseguraba, leídos… Los libros estaban acomodados hasta en los pasillos y en cajas amontonadas en par de recámaras… Y tenía un inventario caja por caja y pasillo por pasillo, y ni se diga, en los libreros… Luego de cumplir tarea magisterial, vivía para leer… Leía y por fortuna, escribía… Publicó unos diez libros sobre sus temas centrales, a saber, Filosofía, Pedagogía, Literatura e Historia… Todas las noches, iba al cine de 8 a diez de la noche… A las 7 de la mañana del día siguiente estaba en el salón de clases con sus materias…

PLAZOLETA: Fue un maestro con bajo perfil… Sabio, muy sabio… Con mucha experiencia de vida… Un filósofo filoso, lejos de la vida pública… Nunca se asomó a las grillas magisteriales ni a las pasioncillas políticas… Tenía y padecía urticaria con los políticos que diferente era el maestro y filósofo, Héctor Rodríguez, quien también vivía para leer, jubilado ya de la UNAM… 2, 3 veces a la semana recibía en su departamento al presidente municipal de Veracruz para platicar sobre la vida política en Grecia y Roma…

PALMERAS: Vidas consagradas a los libros… Más productivas cuando se han conocido las emociones humanas y sus vericuetos y se tienen las vivencias y experiencias para sacar más jugo a la lectura… La gran virtud de mirar siempre lejos y a lo lejos y desde lo más alto del edificio, la azotea, digamos, para mirar el bosque más allá del árbol solitario… La vida, enriquecida con los días y los años y con los libros, horas del día para la reflexión fría y serena…

Malecón del Paseo
Luis Velázquez

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