En las calles de Agua Dulce, un rincón que rara vez llega a los titulares y donde el bullicio del día a día se convierte en el telón de fondo de historias silenciosas, Alicia y José, dos almas errantes que vendían dulces para subsistir. Juntos compartieron sus sueños y penurias, una historia tejida con hilos de sacrificio, dolor y amor.
El destino les arrebató su primer capítulo el pasado mes de junio, cuando José partió a la eternidad, dejando a Alicia atrás, con una herida que se negaba a cerrar. La calle que fue su escenario de lucha diaria se tornó un lugar más solitario, más que nunca.
SOLEDAD
Alicia se convirtió en el símbolo de la fuerza y la tenacidad, enfrentando la tristeza y la soledad con una valentía que conmovía a quienes la conocían. En su pequeño cuartito, en las noches en que la ciudad se sumía en el silencio, su voz y su llanto eran su única compañía.
Pocos fueron los que se acercaron para acompañarla en esos momentos difíciles, y durante el velorio, el pequeño cuarto se llenó de silencio y lágrimas. Durante el velorio, el ataúd de Alicia quedó solo por momentos, como un recordatorio de la soledad que a veces puede envolver a las personas en sus momentos más vulnerables.
Hoy, Alicia y José descansan juntos por toda la eternidad, finalmente unidos en la paz que les negó la vida.
AGUA DULCE
ALFREDO SANTIAGO H.