Luis Velázquez

Trabajar en una librería/ Un libro, el mejor amigo/ Cien libros leídos este año

UNO. Trabajar en una librería

El mejor trabajo del mundo, está probado y comprobado, es en una librería.
Primero, porque nadie puede sentirse solo en medio de tantos libros que leer.
Segundo, porque los libros son compañía fascinante de la vida.
Tercero, porque los libros abren la vida a la imaginación.
Cuarto, porque la variedad de libros es tanta que, si un libro no gusta, se busca otro y nadie reprocha ni censura.

DOS. El mejor amigo del hombre

Cinco, porque el dueño de la librería permite leer los libros en las horas muertas, sin desatender a la clientela.
Sexto, porque en todo caso, para promover la venta de un libro se necesita leerlo.
Séptimo, porque, como dice el viejito del pueblo, con un perrito, el libro “es el mejor amigo del hombre”.
Octavo, porque los libros ayudan a la persona a mirar lejos para ser, estar y proyectarse.
Noveno, porque el libro auxilia a una persona a tener material para una conversación, un diálogo, una tertulia, una convivencia.
Y décimo, porque pasar por la vida sin leer libros es haber sido un muerto en vida. Una vida desperdiciada, pues.

TRES. Cien libros leídos este año

Jorge Arias trabaja en una librería. Y de las diez horas diarias, unas 5, 6, las pasa esperando clientes. Entonces, tiene las 5, 6 horas para leer.
Suele llevar la lista de los libros leídos. Además, escribe un resumen del libro para nunca olvidar el contenido, de igual manera como también escribe resúmenes de las películas vistas.
En casa tiene más de cien libretas escolares escritas contando las historias de los libros y filmes leídos y vistos.
Este año lo terminará con un récord Guinness. Promedio, leyó ocho libros al mes. Casi cien en el año.

CUATRO. Biblioteca de una chica

En la librería donde labora hay dos empleados más. Dos mujeres. Una de plano, declaró la guerra a los libros y nunca lee. La otra, parece estar en competencia con Jorge Arias leyendo cada vez más y más libros. Y también suele escribir especie de ensayos sobre los textos leídos.
El otro día en la escuela, un compañero le preguntó si ya había leído el libro encargado por la maestra.
“Ya”, le dijo, y al mismo tiempo, le preguntó cuántos otros libros había leído. Y el chico quedó pasmado cuando ella le detalló la biblioteca que está integrando, porque como es hija de familia, entonces, utiliza el salario para comprar libros. Por fortuna, el patrón le hace buen descuento.

CINCO. Cierran librerías, abren cantinas

Por desgracia, muchas librerías han cerrado, y desde antes del COVID, en la ciudad. Unas quince, y lo que significa una tragedia.
En contraparte, cada vez más cantinas, bares, antros, prostíbulos y moteles. La vida loca, pues.
Lo más canijo es que pocos, excepcionales, maestros de kínder, primaria y secundaria inducen con inteligencia a los estudiantes por el camino de la lectura.
Peor tantito si se considera “veinte y las malas” que los profes apenas leen los libros de texto.

SEIS. Pueblos sin biblioteca

Hay pueblos, cabeceras municipales, en Veracruz, que con ninguna librería cuentan. Acaso, por ahí, en alguna papelería ofertan uno que otro libro.
Más grave si se considera que muchos pueblos ni biblioteca municipal tienen, y por añadidura, esperar una librería es tanto como “pedir peras al olmo”.
Pero, bueno, muchas bendiciones y qué envidia y de la buena que una persona trabaje en una librería. Todos los días, el paraíso terrenal.

Escenarios
Luis Velázquez

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