Luis Velázquez

Terror en las casas/Trabajadoras domésticas../En la cuerda floja

UNO. Terror en casas

En muchas casas, las patronas están inculpando a las trabajadoras domésticas de transmitir el coronavirus. Su pretexto es sencillo: ellas andan de casa en casa y sabrá el chamán los riesgos y peligros.
Desde luego, se trata de una temeridad. Más, si la asistente doméstica se está cuidando.
Incluso, hay patronas que de plano las tienen amenazadas con el despido. Y sin liquidación por el cóctel explosivo que significan.

DOS. Injusticia en puerta

De consumarse tales acciones, las patronas cometerán una injusticia. Peor tantito si se considera que en la mayoría de las casas las asistentes domésticas están sin Seguro Social ni INFONAVIT.
Y más peor, sujetas a una jornada laboral agobiante, más de 8 horas diarias de trabajo. A veces, hasta doce horas.
En unas casas, por ejemplo, han prohibido a las trabajadoras asomarse a la calle. Las tienen acuarteladas.
Y en caso de una protesta, rebelión, insumisión, entonces les están dando las gracias.
“Es tu vida o la nuestra, la de mis hijos y mi esposo y mi perrito” dicen las patroncitas.

TRES. Lealtad a prueba

En muchos casos, hay patronas que solo contratan a las asistentes por uno o dos días a la semana.
Ellas, por lo regular, mujeres en la pobreza y la miseria, mujeres divorciadas y con hijos, madres solteras, han de tocar puertas en otras casas para completar la semana.
Pero al mismo tiempo, se están cuidando, conscientes, seguras, de que, además, exponen sus vidas.
Nunca como ahora, cuando en Veracruz están muriendo hasta ochenta personas al día por el COVID, las trabajadoras domésticas se procuran.
Cubrebocas, caretas, gel, sana distancia, lavado de manos, cero abracitos, cero besitos.
Vida monástica, pues.

CUATRO. COVID va pa´largo

Pero como “la muerte tiene permiso” y nada anuncia una lucecita en el largo, extenso y espinoso camino…
Y cada vez más familiares resultan contagiados y fallecidos y también más amigos, vecinos y conocidos…
Entonces quizá se habrá desarrollado una sicosis en la población y las patronas están con el Jesús en la boca y ni siquiera, vaya, la estampita de “Aléjate enemigo…” constituye una garantía.
Tampoco, la agüita milagrosa descubierta, ajá, en la Tantoyuca de Joaquín Guzmán Avilés, El chapito, y que están repartiendo en la población ofertando la inmunidad.

CINCO. Tiempos adversos

¡Vaya desventura social para las asistentes domésticas!
Bien expresa el dicho popular. “La cuerda siempre se rompe por lo más frágil”.
Más, mucho más, en el caso de las madres solteras y divorciadas y separadas, tan urgidas de la chamba y por eso mismo, tan esmeradas s en el tiempo desventurado que padecemos.
Lo peor: por ningún lado, la Ley Federal del Trabajo las ampara, protege y blinda.
Se trata de la prudencia, la cordura y la mesura con que cada patrona está reaccionando, quizá, buscando culpables de lo que está pasando a su alrededor.

SEIS. Difícil ser justo…

Nadie duda de la exposición de cada asistente doméstica que anda de casa en casa.
Pero si el riesgo es tanto, bastaría, digamos, hablar con tranquilidad y firmeza para precisar las circunstancias, a tono con aquel proverbio de que en la vida “es fácil ser bueno, pero es muy difícil ser justo”.
Y en todo caso, convocar una decisión contundente de la trabajadora y una tregua para cuando la pandemia esté conjurada.
Más, cuando los expertos advierten que luego del COVID habrá doce millones y medio más de desempleados, considerando que los trabajadores informales serán los más flagelados.

Escenarios
Luis Velázquez

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