Presbítero Wílberth Enrique Aké Méndez

Este c. 8 comienza con el relato de la gran persecución contra la Iglesia de Jerusalén, desatada el mismo día del martirio de Esteban y, según el texto, todos se dispersaron a excepción de los apóstoles, con lo que se da paso a la segunda etapa de la expansión de la Iglesia, mostrando ahora al diácono Felipe (cfr. 6,5) en plena actividad misionera entre los samaritanos, considerados por los judíos como hermanos de raza y religión, pero separados de la comunidad de Israel y caídos en la herejía y quienes también esperaban al Mesías (cfr. Jn 4,9.25). La primera actividad de Felipe es la Pastoral Profética al iniciar entre los samaritanos la predicación de la Palabra de salvación y de vida eterna; anunciaba la Buena nueva del Reino de Dios y el Nombre de Jesucristo (8,12) realizando muchos signos con los que hacía evidente el poder de Dios, incluso hasta sobre los espíritus inmundos; la liberación y las sanaciones anunciadas por los profetas (cfr. Is 61,1-2) eran ya una realidad para los samaritanos, lo cual producía una gran alegría a todos ellos. La segunda acción pastoral del diácono ya citado, es la Pastoral litúrgica, al tener lugar los bautizos de hombres y mujeres que, después de haber escuchado y visto, han aceptado a Jesucristo como su Señor y deciden formar parte de la Iglesia, ser familia de Dios. En un segundo momento, aparece en escena Pedro, cabeza visible de la Iglesia, aquel a quien Jesús da la encomienda de “apacentar a las ovejas ” (cfr. Jn 21,15-17), juntamente con Juan para confirmar en la fe a los neófitos, mediante la oración y la imposición de las manos para que recibieran el Espíritu Santo, participando, así, de la Promesa del Padre (cfr. Hch. 2,38-39). II.- PARA QUE ESTÉ SIEMPRE CON USTEDES (Jn 14,15-21). Continuamos con el c. 14 que nos enseña o, mejor dicho, continúa con la enseñanza sobre nuestra relación con Cristo, cómo es y cómo será después de la resurrección; en consecuencia, nos situamos ante este texto con actitud de respeto, abierto el corazón para escuchar al Señor y miramos o proponemos esta posible estructura: 1.- Amar. El texto en cuestión abre y cierra con la misma expresión que une dos verbos: amar y cumplir; el primero aparece cinco veces, una en el v. 15 y cuatro en el v. 21 (principio y final) y apoyándose en el texto de Jn 15, 13-14; amar tiene dos significados y el primero consiste en dar la vida por los amigos, cosa que Jesús había enseñado ya en Jn 6,22-66, después de la multiplicación de los panes y los peces, pues nos da su cuerpo y su sangre como verdadera comida para que tengamos vida eterna; en seguida muestra que la amistad lleva necesariamente a la fidelidad y, por lo mismo, implica el cumplimiento de la Palabra. 2.- Estás (vv. 16-17). Este verbo, que aparece en tres ocasiones, significa existir de modo transitorio o permanente (alguien o algo) en un lugar, posición o situación determinados y en este caso, está haciendo referencia al Paráclito, el abogado que nos ha de defender en el tribunal del Padre contra las acusaciones de Satán (cfr. Za 3,1; Ap 12,10), el Acusador enemigo del hombre (cfr. Jb 1,6); es el Espíritu de la verdad que se opone al espíritu de la mentira y conducirá a los discípulos por los caminos de la verdad. 3.- Ver (v. 19) del latín videre. Con este verbo se designa la acción de percibir con los ojos algo mediante la acción de la luz y Jesús, en su discurso, hace girar esta acción en torno a su persona, distinguiendo entre los que sí lo verán y tendrán vida eterna (los que aceptaron su Palabra y por amor la ponen en práctica) y los que la rechazaron bajo el influjo del enemigo y han muerto para siempre; Jesús anunció su retorno glorioso, dijo que volvería y, para verlo, se hace necesario que permanezcamos unidos a Él, cumpliendo sus mandamientos. III.- PARA LLEVARNOS A DIOS (1Pe 3,15-18). Para finalizar ya el tema de las diversas consecuencias del hecho de haber sido reengendrados por la Palabra, ahora San Pedro toca un tema experimentado ampliamente por las primeras comunidades, el de la persecución; ¿cómo deben conducirse los bautizados en tales circunstancias? En primer lugar invita a poner la mirada en Cristo y en su obra, su actitud ante el sufrimiento: cargó con nuestros pecados (cfr. Is 53,11). Ahora es el turno de los discípulos seguir los pasos de su Maestro, dando testimonio de su pertenencia al Señor Resucitado. ACTIVIDAD: 1.- ¿Cómo colaboras para que los demás tengan Espíritu Santo?; 2.- ¿Cómo manifiestas tu amor a Jesús?; 3.- ¿Sabes dar “razón de tu esperanza”?, ¿cómo lo haces? MEMORIZA : “Pues más vale padecer por obrar el bien, si esa es la voluntad de Dios, que por obrar el mal” 1Pe 3,17.

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