Luis Velázquez

Políticos y la brujería/ “La fe mueve montañas”/ Se anuncian en la prensa

UNO. Exitazo de los brujos

Los brujos están teniendo mucho éxito en Veracruz. Igual como en el tiempo de pandemia y recesión los carteles florecen, los santeros de igual manera.
Incluso, hasta se anuncian en la prensa escrita. Los brujos de Catemaco se integraron en un frente común y se publicitan.
Un anuncio dice:
“Amarro, doblego y humillo al ser amado en 24 horas sin importar edad, sexo o distancia. Quito brujería. Destruyo entierros malignos. Abro caminos a la suerte” (Diario de Xalapa, 14 de noviembre, 2020).

DOS. La Santa Muerte

Originarios de Catemaco, tienen filiales en ciudades de Veracruz. Por ejemplo, en el puerto jarocho y Xalapa. Omiten el nombre, pero publican el celular.
Quizá compitan con la Santa Muerte, y a la que a cada rato los fanáticos suelen publicar avisos económicos dando las gracias por un bien recibido.
El sociólogo del barrio dice que la brujería germina en tierra fértil, primero, porque se trata de un atavismo cultural. Segundo, porque cuando la gente pierde la fe en los políticos, entonces, entra la magia.

TRES. Políticos y la brujería

Desde siempre, la brujería suele darse entre las tribus políticas encaramadas en el poder.
La fama pública registra que Fidel Herrera Beltrán viajaba a cada rato en el avión oficial a Cuba para consultar a los santeros.
Martha Sahagún tenía fama de tener un chamán de planta en Los Pinos.
Felipe Calderón creía en los pastores evangélicos y tenía una pareja de planta a su lado y que era aceptada por Margarita Zavala.
Francisco Ignacio Madero y Plutarco Elías Calles dieron un paso adelante. Ellos creían en los médiums y asistían a sesiones espiritistas.
El maestro Alfredo Bielma Villanueva, en su tiempo como director de Turismo, creía a ciegas en los brujos y hasta era promotor.
La fama pública de que la esposa de José López Portillo, Carmen Romano, enviaba el avión presidencial por su brujo de cabecera en Los Tuxtlas.

CUATRO. Brujos poderosos

Cultura milenaria, hay quienes creen y descreen en los brujos. Los seguidores están convencidos.
Incluso, los califican con mayor fuerza demiúrgica, por ejemplo, que los extraterrestres de Jaime Mausán. Más que los médiums. Más que la Virgencita aparecida en la corteza de los árboles rurales. Más, que el santo niño de Atocha.

CINCO. La fe mueve montañas

El día cuando los brujos quitan o ponen la brujería a una persona, entonces, se vuelven seres superiores.
Los feligreses de sus capillas los adoran para siempre.
Y si de pronto, ¡zas!, “abren camino a la suerte”, con mucha mayor razón.
En la religión católica dicen, sin embargo, que “la fe mueve montañas”. Y cuando se tiene fe, entonces, la fe está por encima de todas las brujerías del mundo.

SEIS. El bien y el mal

El tiempo del coronavirus es tierra fértil para la brujería. Una pandemia nunca sufrida en cien años. Y por añadidura, la recesión. Y de ñapa, el desarrollo de enfermedades mentales (estrés, angustia y depresión) por tantos meses de aislamiento.
Entonces, nada mejor que consultar a los brujos. Más, cuando la pareja nos abandona y deseamos amarrarla, doblegarla y hasta humillarla, como reza el anuncio de los brujos de Catemaco.
Y si ellos publican anuncios en los medios impresos, “veinte y las malas” que tienen clientela asegurada.
Raro y extraño, pero en el anuncio publican la foto de una estampita de la Virgencita de Guadalupe y otra de la Santa Muerte. De hecho y derecho, el bien y el mal. Dios y el diablo.

Escenarios
Luis Velázquez

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