Sus pasteles son muy solicitados.

Mujer emprendedora supera su dolor con sabor

Aún cuando la vida no ha sido nada fácil desde que era pequeña, doña Consuelo Rodríguez Adriano ha sabido sortear cada prueba como el perder a su hijo hace 10 años en un accidente aéreo en Nueva Zelanda, así como a su esposo.

Hoy a sus 69 años, es una emprendedora, elabora pasteles, todo tipo de panadería, comida gourmet, decora mesas para postres e imparte cursos de repostería con su pequeña empresa La tía Chelo. Por muchos años tuvo su propio restaurante y su web.

Hace dos años dejó de caminar por un problema en los nervios de la columna, sólo se apoya con un bastón, sus piernas no tienen cien por ciento de movilidad, aunado a que fue diagnosticada con lupus que derivó en degeneración de articulaciones por el exceso de cortisona; eso no le ha impedido ser una mujer independiente, hace las labores del hogar y hasta maneja su camioneta.

“Voy por mis compras, empujo mi carro solita, siempre hay alguien que me apoya con mi silla de ruedas, hago una vida normal porque los límites y la discapacidad están en la mente”, precisó.

LA PÉRDIDA DE SU HIJO Y ESPOSO

Una de las noticias más devastadoras en su vida, fue la muerte de su hijo Pedro Eduardo Lavalle el 2 de octubre de 2011, piloteaba un helicóptero cuando cayó en Nueva Zelanda.

“Fue un dolor tan grande, cuando mi hijo muere viene gente de Gobernación, el cuerpo tardó 28 días en ser repatriado”, recordó.

Relató que horas antes de su fallecimiento había recibido un correo electrónico de su hijo, “yo no lo podía creer marqué al celular de mi hijo y me mandaba a buzón”, dijo entre lágrimas.

Días antes de la tragedia, doña Consuelo soñó que su Pedro Eduardo sufría un accidente en el helicóptero.
Un año pasó para poder aceptar la pérdida de Guayo, como era conocido.

“Él era quien veía por mí, me decía que yo fuera a donde estaba, pero anteponía el trabajo, aun no comprendo porque mi hijo tuvo que morir, era un hombre atlético, caballeroso, respetuoso, bondadoso, era mi reflejo, me peleé con Dios diciéndole porqué no me morí yo en vez de él, y hasta el día de hoy no tengo la respuesta”, subrayó.

EL MOMENTO DE SU RECUPERACIÓN

Se recuperó a través de la filosofía budista, espiritualidad-felicidad, meditó para poder sanar.
Sin embargo, es un dolor que siempre estará ahí, pero al fin pudo encontrar la paz que necesitaba.

Su esposo, padre de sus dos hijos, falleció desde 1991, esa fue la primer pérdida de su familia.
Ahora le queda su hija Consuelo, quien vive en Tampico y también hace pasteles.
Doña Chelo vive sola en su departamento de la colonia Playa Sol.

LOS PASTELES

Su primer pastel lo elaboró a los 12 años, y desde entonces no ha parado. Desde hace dos años en que abrió su pequeña empresa de repostería ha realizado 649 pasteles de todo tipo y con los personajes que le solicita el cliente.

“Hay cosas con las que ya naces, el gusto por la gastronomía y todo lo que implica estar en la cocina va conmigo, veo las recetas y cuando las leo yo hago mis propias recetas con creatividad, lo que me sale de la imaginación sobre todo para los pasteles”, finalizó.

COATZACOALCOS
IRMA SANTANDER

 

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