La increíble vida de Jason Statham

A diferencia de la mayoría de sus colegas, Jaso no se formó en una escuela de actuación, de arte dramático, ni nada por el estilo. Su vida transitaba otros recorridos, muy lejos de interpretación. Sin embargo, el destino estaba marcado. Cuando le hicieron llegar la oportunidad, no la desaprovechó.

Statham nació el 26 de julio de 1967 en Shirebrook, una localidad de Derbyshire, Inglaterra. Hijo de una bailarina -Eileen Yates-, y un actor y cantante que no logró trascender -Barry Statham-, el vínculo familiar con el arte no lo volcó a enfocarse en ese recorrido. Prefirió dedicarse de lleno al deporte: en su etapa escolar se destacaba en varias disciplinas.

Dice su historial que era un gran futbolista, líder del equipo de la escuela a la cual acudía. Pero cuando fue creciendo se fue alejando de la pelota para dedicarse a los saltos ornamentales. Aquí también dejó su huella. Existen recortes de diario y hasta videos de aquellos tiempos que lo acreditan.

Su cuenta pendiente fue poder ser parte de un juego olímpico. Se quedó en la puerta de Seúl 88 y Barcelona 92. Luego de esa frustración, no lo intentó más. Pero valora los recuerdos de su época de deportista: “Fue una gran experiencia, viajar por el mundo y competir a cierto nivel. Te enseña disciplina, concentración y, ciertamente, te mantiene fuera de los problemas”, comentó en una entrevista con la periodista Katie Couric.

Una tarde, mientras llevaba adelante su labor, lo vio un cazatalentos que enseguida notó sus habilidades como vendedor. Jason también era el dueño de un cuerpo trabajado en el gimnasio, un gran porte y un aspecto (esa mirada concentrada y su esto adusto) que, según la persona que lo contactó, daba con las características del típico actor rudo que andaba buscando.

Así, luego de un riguroso casting, consiguió su primer papel en cine a los 31 años, en la película Lock & Stock, en 1998: se puso en la piel de Bocon, un personaje hábil para las finanzas, las trampas y los juegos. Guy Ritchie, director del filme, quedó tan conforme con lo que hizo que no dudó en convocarlo para su siguiente película.

Desde entonces se embarcó en grandes proyectos. Ritchie, su mentor, volvió a contratarlo para Snatch y su participación rompió todos los moldes. Ese fue su despegue definitivo. Se olvidó del modelaje y de las ventas callejeras. . Para ese entonces consiguió un nombre y un vuelo propio en la industria del cine.

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