Igual que protegemos ciertas áreas de la Tierra como santuarios naturales y respetamos la autonomía de tribus no contactadas, las civilizaciones altamente desarrolladas pueden elegir permitir que evolucionemos por nuestro propio camino sin interferencia.

“Hipótesis del zoológico”: ¿nos evitan los extraterrestres?

En 1973, un astrónomo del MIT propuso que podríamos estar viviendo en un zoo metafórico, una especie de Edén cósmico.

ESTADOS UNIDOS
AGENCIAS

En 1950, el eminente físico Enrico Fermi formuló una cuestión de gran relevancia durante un almuerzo en el Laboratorio Nacional de Los Álamos, Estados Unidos.

A la luz de la inmensidad del universo, considerando el número de galaxias conocidas y la probabilidad de que la vida evolucione en otros rincones del cosmos, surge una pregunta inquietante: ¿por qué ninguna de estas civilizaciones ha establecido contacto con nosotros?

Esta interrogante ha cautivado tanto a la comunidad científica como a los entusiastas de la exploración espacial, generando diversas hipótesis que buscan arrojar luz sobre lo que hoy conocemos como la “paradoja de Fermi”. 

Entre las teorías más destacadas, destacan dos enfoques notables: uno sugiere que simplemente no ha pasado suficiente tiempo para que otras civilizaciones extraterrestres nos descubran, ya que quizás priorizan la búsqueda de señales tecnológicas, y tal vez no hemos estado emitiendo esas señales el tiempo suficiente.

En el otro extremo del espectro se encuentra la teoría de que existe una tendencia en el universo a que las civilizaciones se autodestruyan antes de alcanzar un nivel de avance que les permita establecer contacto con otras.

Sin embargo, existe otra hipótesis que plantea una perspectiva quizás un tanto más desalentadora, aunque intrigante: tal vez los extraterrestres saben de nuestra existencia, pero han decidido no interactuar con nosotros, ni siquiera comunicarse o visitarnos.

HIPÓTESIS DEL ZOOLÓGICO

Esta teoría, conocida como la “hipótesis del zoológico” fue propuesta en 1973 por el radioastrónomo del MIT, John Ball.

Según esta idea, nuestro fracaso en encontrar evidencia de vida extraterrestre no se debe a su ausencia, sino a una política deliberada de no intervención por parte de estas civilizaciones avanzadas, quienes nos han relegado a un “zoológico” cósmico o santuario de vida silvestre, donde pueden observar nuestra actividad sin perturbarla.

Ball argumenta que estas civilizaciones podrían considerarnos dignos de protección, como animales en peligro de extinción, en lugar de considerarnos indignos, como sugieren otras teorías.

¿POR QUÉ EVITAR EL CONTACTO?

Esta postura se basa en la idea de que la vida extraterrestre allá afuera es tan avanzada que no quiere influir en nuestra sociedad en desarrollo o que sabe que no debe mezclarse con otras formas de vida inteligente.

Otra razón podría ser que eligen permitirnos evolucionar por nuestra cuenta y observar nuestro progreso.

A medida que nuestra civilización madure tecnológica o políticamente, podrían eventualmente decidir establecer contacto.

Esta teoría tiene sentido si consideramos que la evolución de la vida y la tecnología podría haberse desarrollado a un ritmo mucho más acelerado en otros planetas de nuestra galaxia.

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