Evangelio dominical

Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez

V PASCUA/B. I.- COMO DISCÍPULOS MÍOS (Jn 15,1-8). Nos encontramos con la sección del Evangelio según San Juan, conocida como la “Última Hora de Jesús”, que comienza en el capítulo 13 y concluye en el 17. Se trata de una catequesis que comienza con el lavatorio de los pies y su explicación, para pasar a las catequesis sobre el Espíritu Santo en el capítulo 14. El texto que hoy nos ocupa está centrado en una actitud indispensable para el discípulo: Permanecer en Jesús, estar con Él; en estos ocho versículos, aparece siete veces el verbo permanecer. La figura utilizada para esta enseñanza es agrícola, concretamente vitivinícola: Hay muchas vides, pero sólo una es la verdadera; hay dos tipos de sarmientos o ramas, los que no dan fruto en la vid verdadera y los que sí dan fruto en esta vid. Podar es una acción que significa cortar y esto implica despojarse, desprenderse de algo y justamente esto es lo que permite dar más y mejores frutos. La Palabra juega un papel muy importante ya que justamente es a través de ella que se puede permanecer, en la medida que se cumpla o se ponga en práctica. La permanencia posibilita glorificar a Dios y esta gloria consiste en dar mucho fruto y manifestarse como discípulos del Señor.

II.- ANIMADAS POR EL ESPÍRITU SANTO (Hch 9,26-31). San Pablo es un buen ejemplo apostólico de esta permanencia en el Señor Jesús, después de su encuentro/conversión que lo llevó a predicar primero en Damasco, de donde tiene que huir, porque intentaban matarlo (vv. 23-25). A su llegada a Jerusalén. Se encuentra con una actitud de rechazo por parte de los discípulos, ya que el único dato que conservaban de él, en el corazón y en la memoria, es la imagen del perseguidor. Es Bernabé quien se encarga de tomar a Pablo a su cuidado y de presentarlo ante la comunidad, cosa que trae la aceptación y una predicación afanosa en Jerusalén, acto que le provocará el mismo resultado de Damasco, razón por la cual es llevado a Cesarea y ahí es embarcado hacia Tarso, su pueblo natal. La momentánea desaparición del apóstol, trae una etapa idílica para la Iglesia fiel a Dios y se multiplicaba bajo la acción del Espíritu Santo.

III.- DE VERDAD Y CON LAS OBRAS (1Jn 3,18-24). Bajo la consigna de vivir como hijos de Dios y de cumplir los mandamientos, especialmente el del amor, San Juan insiste en la autenticidad de este ejercicio mediante la verdad y las obras, no con apariencias. Esta actitud nos da la certeza de que somos de la verdad y de que permanecemos en Dios, porque creemos en Jesucristo y nos amamos los unos a los otros.

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