Luis Velázquez

Cinco años de migrante/ Desintegración familiar/ “Leña de otro hogar”

ESCALERAS: Desde hace 5 años, el señor D., está de migrante en Estados Unidos. Nunca ha vuelto al pueblo en Veracruz, ni siquiera en navidad o fin de año ni cobijado en el programa Lupe Reyes.
Sigue enviando las remesas a la familia, una esposa, de 30 años de edad, y par de hijos.
Pero ni la esposa sabe si el señor D. todavía es su pareja ni los niños si aún es el padre.
Ninguna duda tiene la señora R. de que el padre de sus hijos tiene otra pareja en el vecino país.
Parte de una premisa sencilla, pero tan vieja como la historia de la humanidad: ta’canijo que un hombre aguante la abstinencia sexual durante un lustro.

PASAMANOS: El señor D. siempre le ha puesto de pretexto que viajar de EU a Veracruz constituye un riesgo. Fácil salir, dice. Difícil entrar. Más ahora con Donald Trump en la Casa Blanca, con su racismo y xenofobia a los mexicanos, acusados de ladrones, drogadictos, abusadores sexuales y asesinos.
Tampoco les ha permitido viajar como turistas al pueblo donde vive en California.
Y con ese pretexto levantó muro familiar.

CORREDORES: Ningún reproche económico de la señora R. por el señor D. El único es el abandono familiar y la indiferencia sexual hacia ella.
Así como están las cosas, ella ha estado tentada número incalculable de veces a buscar otra pareja. Su naturaleza humana lo exige. Tiene treinta años de edad y le asiste todo el derecho del mundo.
Incluso, la relación con sus suegros y cuñados cada vez es más distante. Por más que ella pregunta una y otra vez a la suegra y cuñada si el señor D. tiene o tendría otra pareja, siempre el silencio, el menosprecio, el desdén.

BALCONES: Ella lo mira en otras mujeres en el pueblo con esposos migrantes. La mayoría, en la desintegración familiar y conyugal.
Divorciadas cuando sus parejas le confesaron que tenían otra mujer en EU. Por lo regular, una mujer centroamericana, originaria de Guatemala, Salvador y Honduras. Allá se conocieron y como la soledad es cáncer que camina inderrotable, entonces, un fin de semana inició la aventura que terminó en relación estable.
La señora R. se basa en una verdad universal: por lo regular, un hombre olvida a una mujer, o la hace a un lado, por otra mujer.

PASILLOS: Lo malo es que el señor D. quiere jugar “al gato y al ratón”. Pero su inteligencia no le alcanza, dice la señora R. Es un hombre descifrable. Sus hechos exhiben y delatan.
Por eso, está pensando en dejar el pueblo para iniciar nueva vida con su hermana quien vive en Oaxaca.
Los niños son menores de edad. El niño, de 9 años. La niña, de 8 años.
5 años después de que el marido partiera, ella ha ahorrado de las remesas el dinerito suficiente para lanzarse a nueva aventura en la vida.

VENTANAS: La desintegración familiar constituye uno de los peores riesgos de la migración.
En el caso, 5 años son demasiados para seguir apostando a una sana relación conyugal.
Y ni modo de agarrar las chivas y lanzarse con los hijos a buscarlo en California. Además, la relación ya se enfrió y como dice la señora R., “al buen entendedor pocas palabras”.
Más, considerando la edad del señor D. 35 años.
Nadie la acusaría de abandono de hogar. Menos, de infidelidad. Su vida, consagrada a los niños, con quienes sopesa y cabildea el éxodo a Oaxaca, la nueva tierra prometida.

Barandal
Luis Velázquez

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