¡CUIDADO CON LOS QUE VIENEN!

Mi abuelo era un hombre de muy pocas palabras, se dedicaba al campo, pero su pasión era la ganadería y con muy pocos estudios, más bien sin estudios, pues solamente sabía leer y escribir. Tres años de primaria le bastaron para enfrentar la vida. Sin embargo, era un hombre con talento y mucho sentido común, que decía que hay que cuidarse de los que vienen no de los que van.

Así que cuando al estilo de antes el Partido Revolucionario Institucional (PRI) destapó a Luis Echeverría Álvarez como su candidato a la presidencia de la República, mi abuelo solamente exclamó: ¡Ya nos llevó la chingada!

Muchos no lo vieron así, pero al paso de los años le concedieron la razón a mi abuelo, que solamente les contestó: Pues ya qué, ahora hay que cuidarse de los que vienen.

Mi abuelo tenía puestas sus esperanzas en el político tamaulipeco Emilio Martínez Manautou, quien fungió como secretario de la Presidencia durante todo el sexenio de Gustavo Díaz Ordaz y que fue el principal contrincante de Luis Echeverría para contender por la presidencia abanderado por el PRI. Con don Emilio Martínez el destino del país habría sido otro y mejor seguramente.

¡ARRIBA Y ADELANTE!

Desde el día de su destape Luis Echeverria se distinguió por su estilo populista y demagógico, utilizando la frase “Arriba y Adelante” como lema de campaña, ofreciendo un futuro de crecimiento, que finalmente fue todo lo contrario.

Su estilo estuvo lleno de frases que causaban hilaridad como por ejemplo aquella de que “las relaciones con Estados Unidos, ni nos perjudican, ni nos benefician, sino todo lo contrario”. O aquella otra de que “En las oficinas, aquí y en la calle, yo siempre llevo los pantalones, en todo, sino las cosas no resultan”.

¿Qué quiso decir? Aún no lo sabemos. Lo que sí sabemos es que él puso de moda el uso de la guayabera en los actos públicos, lo que inspiró una obra de teatro que se llamó “Adiós guayabera mía”, por supuesto al final de su mandato.

Era muy común que se apareciera por las noches en las oficinas de gobierno para checar que todos estuvieran trabajando, así que lo mismo les caía de sorpresa en las delegaciones que en las agencias del ministerio público. Y nadie se iba a descansar hasta que el señor presidente Echeverría se retiraba a sus habitaciones. Solo se escuchaba en cascada el timbre del teléfono recibiendo el mensaje que se iba repitiendo en las oficinas, desde las secretarías hasta las direcciones: “Ya se fue el señor”.

Durante su mandato Luis Echeverría dio jaque mate al llamado Desarrollo Estabilizador que mantuvo a México con un tipo de cambio de 12.50 pesos por dólar que estuvo vigente desde 1954 y con su política económica se devaluó hasta 25 pesos por cada dólar.

El único cargo de elección popular que ocupó fue el de presidente de la República y desde que fue secretario de Gobernación hasta que entregó la presidencia se le responsabiliza de hechos trágicos como la matanza de Tlatelolco en 1968, el Halconazo en 1971 y la llamada guerra sucia, además del desastre económico en que dejó al país y la crisis en el campo.

Hizo todo lo posible por convertirse en líder mundial de los países llamados del Tercer Mundo, mediante la Carta de Deberes y Derechos Económicos de los Estados, que se basaba en el equilibrio de poder y la sociedad de las naciones. Se postuló para ser secretario general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) a fines de 1976 y posteriormente un grupo de legisladores del PRI lanzó su candidatura para que le otorgaran el Premio Nobel de la Paz sin lograrlo.

El pasado viernes 8 de julio dejó de existir el expresidente Luis Echeverría Álvarez a la edad de 100 años, quien fuera presidente de México del 1º de diciembre de 1970 al 30 de noviembre de 1976. Descanse en Paz don Luis Echeverría.

Por cierto, no olviden cuidarse de los que vienen.

Gabriel García-Márquez

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