XXIX ORDINARIO/DOMINGO MUNDIAL DE LAS MISIONES

A. I.- POR AMOR A … (Is 45,1.4-6).La doctrina del amor de Dios hacia su pueblo es constante y ampliamente referida a lo largo de todo el AT, de tal modo, que el Sal 136 (135) constituye un hermoso y prolongado himno a este amor que se convierte en el motor de todo el obrar divino (cfr. Sal 145 [144]); Dios ama a todo lo que le dio la existencia (cfr. Sb 11,24), porque su amor es grande (Sal 103 [102],11) su amor llena toda la tierra (Sal 33 [33]), es eterno y es fiel (Sal 103 [102],17-18; Dt 7,9; Is 54,9). A la luz de estas y otras muchas más características del amor de Yahvé, Isaías presenta una especie de reflexión teológica de la historia para mostrar al pueblo la obra de salvación que el Señor está realizando en medio de tantas circunstancias adversas y -por ello- llenas de esperanza para toda una nación que se ha visto despojada de su tierra y sometida al cautiverio en medio de un pueblo pagano. El telón de fondo es el anuncio explícito del amor especial que Dios tiene a su pueblo Israel; este Dios que ama de un modo muy particular a su pueblo, es el único Dios, fuera de Él no hay ningún otro dios, Él es el Señor, el Dios de Israel, el que lo liberó de la esclavitud de Egipto, de la opresión para llevarlo a la tierra que prometió a Abraham, es el Dios que los guió por toda la etapa del desierto y expulsó a los pueblos enemigos (cfr. Ex 29,2-6; Dt 6,4-9; 4,25.35.39; 1R 18,39). Hoy, este mismo Dios anuncia una nueva liberación por conducto de un rey pagano que ha sido elegido y constituido en el Ungido por cuyo medio tendrá lugar la liberación y el retorno de los desterrados; estamos ante la inminente caída de Babilonia y, por tanto, ante el fin del Imperio caldeo; Ciro es el instrumento de Dios para liberar y salvar a Israel, con lo que quedará de manifiesto que Yahvé es el Señor y fuera de Él, no hay otro.

II.- EL CAMINO DE DIOS (Mt 22,15-21). Las tres catequesis sobre el Reino de los Cielos cierran con la sentencia “muchos son los llamados y pocos los escogidos” (cfr. Mt 22,14) lo que provoca la reacción de los fariseos, quienes se fueron y se reunieron para acordar la forma de tenderle una trampa a Jesús para poder acusarlo; para tal efecto envían a sus discípulos y a los partidarios de la dinastía de Herodes, a manera de testigos de las palabras contra el César, que se esperaba hacer pronunciar a Jesucristo. Comienzan con el claro propósito de lisonjear a Jesús (alabar de forma exagerada y generalmente interesada a una persona para conseguir un favor o ganar su voluntad), pero, sin darse cuenta, lo que hicieron prácticamente, fue señalar la ruta a seguir en este encuentro, ya que utilizan palabras o frases que están estrechamente relacionadas con la doctrina joánica: Jesús, como el Maestro que es sincero, enseña el camino de Dios y no busca quedar bien con nadie; en Jn 13,13, después del lavatorio de los pies, Jesús se atribuye a sí mismo el título de Maestro que tiene la función de preparar al discípulo para la vida y, en su tiempo, eran los discípulos quienes escogían a su Maestro y estaban con él durante cierto tiempo y en el caso del Señor, en cambio, Él es quien escoge a sus discípulos y para toda la vida (cfr. Jn 13,18;15,16.19). Afirman estos señores que Jesús enseña el camino de Dios, con lo cual reflejan voluntaria o involuntariamente, su acuerdo con Jn 14,6 que afirma a Jesús como el Camino, la Verdad y la Vida; es el Camino, porque nos enseña cómo andar por la senda que lleva al Padre (cfr. Jn 8,12; 11,9-10; 12,35); con esta doctrina se trae a la memoria la enseñanza del Antiguo Testamento en Is 48,11: Yahvé nos instruye en lo que es provechoso y nos enseña el camino; en el Salterio encontramos con frecuencia que Yahvé muestra sus caminos a su pueblo escogido (cfr. Sal 25 [24]; Sal 27 [26],11; Sal 86 [85]; Sal 119 [118], 35). A la luz de esto, miramos la escena y nos situamos ante la respuesta de Jesús; recordemos que en los tiempos del Imperio romano, en Israel circulaban dos monedas, la del Imperio y la del templo; la primera era considerada impura y -en consecuencia- no podía ingresar al templo, de tal modo, que para las ofrendas y los sacrificios, era necesario cambiarla por la segunda. La moneda del César era símbolo del poderío del Imperio y del cual se beneficiaban los dirigentes religiosos, pero al mismo tiempo, indicaba las obligaciones que se tenían como habitante del Imperio y hay que ser honestos y cumplir con las responsabilidades civiles; la moneda del templo decía a la relación con Dios y también sus deberes que eran ineludibles y no se puede utilizar como pretexto uno para dejar de cumplir con el otro; honestidad, responsabilidad y sinceridad son la norma para la vida de todo discípulo.

III.- MIEMBROS DEL MISMO CUERPO (Ef 3,2-12). Después de su experiencia en el camino a Damasco, san Pablo anuncia la salvación en Cristo como un don gratuito y que los gentiles participan de esta gracia como coherederos, son miembros de la Iglesia, Cuerpo místico de Cristo y partícipes de la misma promesa y este anuncio se realiza ahora por mediación de la Iglesia. ACTIVIDAD : 1.- ¿De qué y cómo te ha liberado el Amor de Dios?; 2.- ¿es tu relación con Dios, norma o regla en tu relación con el hermano y por qué?; 3.- ¿qué haces para anunciar el Misterio de la salvación? MEMORIZA : “los gentiles son coherederos, miembros del mismo cuerpo y partícipes de la misma promesa en Cristo Jesús por medio del Evangelio” (Ef 3,6).

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