¿TUVO JUAN BAUTISTA ÉXITO EN SU MINISTERIO?

¡¡Totalmente!!

Su éxito fue rotundo a pesar de que su cabeza terminó como trofeo en manos de Herodes.

No fue escriba, pero conoció el evangelio mejor que ellos.

No fue sacerdote del templo, pero tuvo más comunión con Dios que todos ellos.

No se codeó con los miembros del sanedrín, pues tenía claramente identificados a los fariseos como hipócritas.

Tuvo Iglesia: SÍ. Su Iglesia (sus discípulos), se reunían con él en la floresta, en algún patio, debajo de un árbol, pero eran Iglesia.

Porque la Iglesia de Cristo está conformada por los que creyeron en la promesa (el Mesías encarnado: Cristo) en el antiguo pacto, y los que creen en Jesucristo en el nuevo.

Por supuesto, Él y sus seguidores fueron minoría como lo fue Jesús y sus discípulos.

No vivió muchos años, pero los años que estuvo en la tierra, los uso para cumplir su misión.

Fue criado en un hogar temeroso de Dios. Su padre fue sacerdote del templo, pero él, cuando tuvo conciencia y fue adulto eligió vivir en el desierto, por eso contestó a los fariseos: “Yo soy la voz de uno que clama en el desierto: Enderezad el camino del Señor” (Juan 1:23).

Se alimentó de insectos y miel silvestre. No tuvo finos vestidos, usaba pieles de animales (Marcos 1:6).

Escogió vivir separado del pecado que había contaminado al pueblo judío y no es que a eso estemos llamados.

Él tenía una misión que cumplir y se separó para mantener su objetivo claro. El volvió para preparar el camino de Jesús, volvió para evangelizar:

ANUNCIAR LA LLEGADA DEL MESÍAS, gritarle al mundo ¡HE AQUÍ EL CORDERO!

No fue famoso, pero lo seguían y él los bautizaba en agua.

Para los estándares de hoy, el ministerio de Juan Bautista sería catalogado como un estruendoso FRACASO.

No tuvo una mega iglesia, no estudió en seminarios, no fue erudito de la ley (no lo necesitaba, fue iluminado por el Espíritu Santo desde su nacimiento), no fue famoso, no fue rico.

Sí murió dignamente, porque, aunque decapitado murió por la causa de Cristo. Fue digno a los ojos de Dios hasta el último momento de su vida porque no negó a Jesús.

Juan Bautista anunció a todos la venida del Cristo y cuando Jesús vino, lo recibió, lo bautizó y dijo a todos: NO ME SIGAN A MI, SÍGANLO A ÉL, yo no soy digno de hincarme a desatar la correa de sus zapatos. Yo menguo para que el crezca. (Muchos hoy desde el pulpito menguan a Cristo y crecen ellos, pero en avaricia y pecado).

Nadie como él cumplió a cabalidad la misión como CRISTIANO en esta tierra.

Y Jesús dijo de él:

“Os digo que, entre los nacidos de mujeres, no hay mayor profeta que Juan el Bautista” (Lucas 7:28).

De la autoría de Cesar Ángel ciervo de Cristo.

Dios te bendiga grande y poderosamente nos leemos la próxima semana.

Con amor Pastora Lupita Ruiz Sibaja.

Iglesia Tabernáculo de Dios.

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Pastora Guadalupe Ruiz de Arias

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