Luis Velázquez

Puertas al cielo/ Generoso el periodismo/ Acceso a escritores

UNO. Generoso el periodismo

Desde la provincia, el periodismo abrió muchas puertas a Héctor Fuentes Valdés. Por ejemplo, conoció a montón de personajes a los que como ciudadano de a pie quizá nunca habría tenido acceso. Entre otros, los siguientes:
Aquella mañana cuando Carlos Fuentes Macías desembarcó en el puerto de Veracruz procedente de Europa, lo esperó con fervor religioso, acompañado de otros amigos en la zona marítima.
Y Fuentes fue tan generoso que, al día siguiente, a las 7 de la mañana, tomó café con aquel grupo de cinco jóvenes que soñaban con volverse escritores.

DOS. Un día con par de escritores

En el sexenio de Agustín Acosta Lagunes, los escritores Fernando Benítez y José Emilio Pacheco llegaron un fin de semana al puerto y hospedaron en el hotel Mocambo de Boca del Río.
Y gracias al periodismo, Héctor Fuentes estuvo con ellos. Nunca le permitieron una entrevista a las que José Emilio Pacheco era reticente.
Pero en cambio, le permitieron pasar a sus lados una mañana completa y escribió una crónica sobre aquella vivencia y experiencia imborrable, memorable y citable.

TRES. El héroe literario

Corresponsal de La Jornada durante unos años asistió a un aniversario en la Ciudad de México. Y de pronto, a medianoche, llegó de improviso Gabriel García Márquez y los jornaleros estallaron de gusto, dicha y felicidad.
Y la fila para saludarlo y platicar un ratito era gigantesca, casi casi como los fans de Shakira aclamándola.
Y tuvo sus quince minutos de fama que dice Andy Wharol escuchando deslumbrado a uno de sus héroes literarios.

CUATRO. Monsiváis en Los Portales

En 2, 3, 4, ocasiones coincidió con Carlos Monsiváis Aceves. Incluso, hasta tuvo la fortuna de que aceptara impartir un cursito de fin de semana sobre crónica en la facultad de Periodismo de la Universidad Veracruzana.
Luego, unas cervezas en Los Portales, donde Monsiváis sacó de la bolsa del pantalón unas veinte monedas de diez pesos para obsequiar a cada pordiosero que suele acercarse a las mesas con la mano extendida solicitando “una limosnita por el amor de Dios”, pues le encabritaba la miseria y la pobreza.

CINCO. Tertulias con Juan Vicente Melo

En repetidas ocasiones se emborrachó con unos amigos con el escritor Juan Vicente Melo en el cuarto o quinto piso del edificio Galdi, ubicado frente al parque Zamora en la ciudad jarocha.
En el trance etílico, Juan Vicente platicaba de la creación literaria y de la forma de crear y recrear su novelística y de la disciplina a la hora de escribir.
Sus pláticas eran como un curso doctoral porque al mismo tiempo significaban teoría y práctica. Tanta que, por ejemplo, a cada invitado pedía como boleto de acceso para la siguiente tertulia el boceto de un cuento, y para la siguiente, el cuento escrito.

SEIS. El hijo predilecto

Un fin de semana fue dichoso sirviendo de guía y chofer al periodista Enrique Loubet Jr., quien nacido en Bilbao, España, se naturalizó mexicano, y fue el gran cronista de Excelsior en el siglo pasado.
Virgilio Cruz Parra era presidente municipal y lo declaró Hijo Predilecto de Veracruz. Fue un sábado en la mañana.
Llegó al café de La Parroquia, entonces en la avenida Independencia, vestido de jarocho y hasta con sombrero. Su esposa, vestida de jarocha. Dos hijos, vestidos de jarocho.
Y en la convivencia previa ante un lechero, dijo:
–Hasta ayer me decían “El hijo de la chingada”. A partir de hoy seré “El hijo predilecto”.
Su gran sentido del humor que le llevaba a pitorrearse de sí mismo.

Escenarios
Luis Velázquez

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