POBREZA MULTIDIMENSIONAL

Hace unos días, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) publicó las Estimaciones de Pobreza Multidimensional 2022, que analizan la llamada pobreza multidimensional —durante el período de del 2018 al 2022— que resultan ser muy interesantes.
El propio Coneval define que una persona se encuentra en situación de pobreza multidimensional cuando su ingreso es insuficiente para adquirir los bienes y servicios que requieren para la satisfacción de sus necesidades alimentarias y no alimentarias, y además tener al menos una carencia social dentro de seis indicadores: rezago educativo, servicios de salud, seguridad social, calidad y espacios de vivienda, servicios básicos en la vivienda y a la alimentación.
La encuesta arroja resultados positivos y otros preocupantes que analizar.
Entre los principales resultados positivos se encuentra que entre 2018 y 2022, el porcentaje de la población en situación de pobreza multidimensional se redujo, al pasar de 41.9% al 36.3%, es decir, disminuyó la pobreza para pasar de 51.9 millones de personas en 2018, a 46.8 millones en 2022.
Asimismo, el Coneval reporta una mejora en el acceso a la alimentación nutritiva y de calidad, pues mientras que en 2018 se registraron 27.5 millones de personas con esta carencia, en 2022 se registraron 23.4 millones. Es decir, 4.1 millones de personas más tienen garantizado este derecho humano.
Entre las explicaciones que los economistas y especialistas de la materia atribuyen a estos efectos positivos al combate a la pobreza, están los aumentos acertados al salario mínimo durante el sexenio; los resultados de las políticas públicas de reparto de programas sociales asistenciales; el incremento de las remesas que envían desde el extranjero nuestros compatriotas; entre otros factores.
Por el contrario, las notas negativas reportan que, tratándose de pobreza extrema, cuya clasificación comprende a aquellas personas que disponen de un ingreso tan bajo que aun si se dedicaran por completo a tratar de adquirir alimentos no podrían obtener los nutrientes para una vida sana, pasaron de 8.7 millones de personas a 9.1 entre 2018 y 2022.
Otra noticia adversa señala que las personas que declararon carecer de los servicios de salud indispensables aumentaron de 20.1 millones de personas en 2018, a la cifra alarmante de 50.4 millones en 2022.
En materia educativa, 36.7% de la población de 22 años o más —nacida a partir de 1998— al parecer no cuentan con educación media superior completa; mientras que 23.7% de la población de 16 años o más, nacida antes de 1982, que no tiene la primaria completa. El rezago educativo era en 2018 de 23.5 millones de mexicanos, mientras que, en 2022, lo fue de 25.1 millones, es decir, un aumento real de 1.6 millones de personas en esta lamentable situación.
Este rubro es muy importante, porque si bien las medidas económicas adoptadas durante este gobierno han ayudado a disminuir la pobreza, por otro lado, la falta de mayor inversión para financiar una mejor educación no ha permitido que más personas abandonen de manera definitiva los niveles de insuficiencia económica. Porque nada contribuye más para sacar de la pobreza a una persona, que recibir una educación de calidad.
Como Corolario, las palabras del rector de la UNAM, doctor Enrique Graue Wiechers hace unos días ante nuestro Congreso de la Unión: “Tenemos claro que un país con una pobre educación tendrá necesariamente un futuro incierto; pero también sabemos que si un país no invierte lo suficiente en ciencia, tecnología e innovación estará sujeto a los avances de otras naciones para subsistir en el mundo contemporáneo”.

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