Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez

IV ORDINARIO/B.

I.- A ÉL LO ESCUCHARÁN (Dt 18,15-20).

Cuando abrimos la Sagrada Escritura y comenzamos su lectura orante, nos encontramos en Gn 3,8 con un verbo que ya de entrada nos pone en alerta: “escuchar”, es decir, descubrimos la invitación para asumir una nueva actitud, porque algo nuevo va a comenzar; Gn 1,1-2,4a, presenta a Yahvé pronunciando la Palabra sin encontrar respuesta alguna y es hasta el día sexto (Gn 1,31) cuando por fin Dios halla respuesta a su Palabra pronunciada, razón por la cual “descansa” el séptimo día, porque al fin una criatura es capaz de responderle, de entrar en diálogo con Él; la creación llega a su final porque el hombre aparece en escena como la única criatura capaz de entrar en relación con el Señor y en esto consiste el “descanso del séptimo día” (cfr. Is 40,28; Jn 5,17). Dt 6,4 señala de manera oficial el inicio de la nueva etapa de la humanidad en su relación con Dios, pues ahora se pasa del nivel individual a la etapa de lo comunitario, es la relación de la comunidad entera con el Señor, es el pueblo en su totalidad quien ahora tiene por vocación “escuchar la voz de Dios” [cfr. Jr 7,23; Sal 95(94),7-9;Hb 3,1-4,11]. Después de la salida de Egipto, Israel llega al Sinaí donde tiene lugar la alianza, ahí recibe de Yahvé las diez Palabras que lo constituyen como el pueblo santo, pueblo sacerdotal, escogido por Dios, pueblo de su propiedad (cfr. Ex 19,5-6; Ex 6,7-8); el deuteronomista tiene como horizonte la entrada y establecimiento de Israel en la tierra de promisión, porque también ahí -y con mayor razón- el pueblo deberá escuchar y obedecer a su Dios por medio del profeta que hablará en su nombre (cfr. Ex 20,18-21; Dt 5,23-31) ya que esto hará posible la felicidad para ellos y para sus hijos, guardando los mandamientos de Yahvé.

Il.- Y SE PUSO A ENSEÑAR (Mc 1,21-28).

El título de Maestro es el único que Jesús se aplica a sí mismo, como lo podemos ver en Jn 13,13, en la explicación del gesto del lavatorio de los pies; en él, Jesús enseña primero de obra y luego de palabra, con lo que permite mostrar a sus discípulos algo, transmitir una serie de conocimientos, valores o actitudes. San Marcos sigue situando a Jesús en Galilea, pero ahora lo presenta -ya no en el lago, que es el lugar de reunión por motivos laborales- sino que en esta ocasión Jesús Maestro está, por una parte en Cafarnaúm, en la ciudad, en el lugar donde la gente vive y desarrolla gran parte de su vida, pero la vida del hombre incluye también el ámbito religioso, de modo que podemos decir que la enseñanza/aprendizaje abarca todos los aspectos de la vida del ser humano: laboral, familiar, social y espiritual, razón por la cual encontramos ahora al Señor en la sinagoga de la ciudad para enseñar: 1.- adoptando las actitudes del Siervo del Señor anunciado por Is 42,1-4, está en las manos de Yahvé, ha sido elegido por Él y en quien se complace; se caracteriza por poseer el Espíritu de Yahvé; 2.- Jesús es quien revela al Padre porque conoce al Padre, viene de Él y es Él quien lo ha enviado (cfr. Jn 1,8), es el Testigo veraz (Ap 3,23) y es de ahí justamente donde procede su autoridad al enseñar, pues sólo habla de lo que ha visto y escuchado a su Padre (cfr. Jn 8,26-29); un efecto similar encontramos en Jn 7,45-52; 3.- Cristo también enseña que Él tiene poder sobre satanás, porque le ha arrebatado su poder y que ya ha sido expulsado del cielo debido a su rebeldía contra Dios (cfr. Lc 10,18; Jn 12,31; Ap 12,9-119. Con esto descubrimos que la aparición de Jesús en Galilea, rompe con aquella especie de maldición que pesaba sobre esta región boreal de Israel; cuando Isaías anunció la liberación (cfr. 8,23b-9,2) habló de la presencia del Señor en medio de su pueblo y la gran alegría que esto produce; para Mt 4,12-17 esta profecía se cumple en la persona de Jesús y su presencia salvadora. Ahora el hombre está libre de las tinieblas del mal, es liberado del poder del diablo, él y sus secuaces le deben obediencia a Jesús, el Maestro que enseña el Amor y la misericordia de Dios y es a quien hemos de escuchar, porque es el Hijo amado (cfr. Mt 17,5; Mc 9,7; Lc 9,35).

III.- EN PRESENCIA DEL SEÑOR (1Co 7,32-35).

La vida del cristiano se desarrolla en una etapa histórica y en medio de una sociedad concretas con sus luces y sus sombras; el bautizado está llamado a ser fermento y levadura en ellas mediante el testimonio de su vida ejercitando los valores del Evangelio. Para san Pablo, en los últimos tiempos sobresalen la esperanza y, con ella, la confianza en la misericordia del Señor que ya viene a nuestro encuentro y, por lo tanto, la principal preocupación de todo fiel cristiano es vivir en la presencia del Señor, es decir, ejercitar la santidad recibida en el sacramento del Bautismo, mediante la vida de oración y la práctica de las obras de misericordia, porque recordemos que, al final, vendrá como juez de vivos y muertos y dará a cada quien según sus obras (cfr. Mt 25,31-46). ACTIVIDAD : 1.- ¿Cómo es tu respuesta a la Palabra pronunciada por Dios?; 2.- ¿cómo manifiestas la autoridad de la doctrina de Jesús en tu vida?; 3.- ¿qué significa para ti, vivir en la presencia del Señor? MEMORIZA : “Les digo esto para su bien, no para tenderles un lazo, sino para moverlos a lo más digno y al trato asiduo con el Señor, sin distracciones” (1Co 7,35).

Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez. 2024, año de grandes decisiones, seamos responsables y coherentes.

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