Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez

XXI ORDINARIO/A.

I.- LO QUE ÉL ABRA… LO QUE ÉL CIERRE (Is 22,19-23).

Después de la liberación de Jerusalén en el año 701 a. C., surge una actitud festiva que invade a todo el pueblo, lo que provoca la reacción de Isaías, pues al parecer, el pueblo olvida que la amenaza no ha terminado y que el peligro continúa latente; cierto que Senaquerib se ha retirado, pero eso no significa que haya cambiado de parecer respecto a la conquista de la ciudad santa, ni mucho menos que haya renunciado a esta idea y, por lo tanto, no es tiempo de festejar, sino de volver a Yahvé (cfr. 22,8-11). El oráculo se dirige concretamente a una persona, a Sebná, el mayordomo del palacio, quien recibe un anuncio directo y nada agradable, es decir, se le anuncia su caída y ya no será el administrador de la casa real, su función como sirviente será desempeñada por otro; ser el mayordomo significa ser el mayor de la casa y, como tal, es el responsable de las llaves, es el que abre y cierra -en este caso el palacio real- es el que administra y lleva el gobierno de la casa, pero que al final, tendrá que rendir cuentas de su trabajo (cfr. Lc 16,1-8). Será Eleacín quien ahora ocupará este puesto, pero de un modo distinto, pues no será simplemente alguien que desempeña un oficio, sino que será un padre que ama y cuida a sus hijos; también tiene un poder especial para abrir y para cerrar por encima de todos los demás. Como sabemos, la puerta sirve para delimitar entre el “adentro” y el “afuera”, que permite entrar y salir, da protección, la puerta debe proteger, pero no rechazar, no debe ser forzada, se pide permiso; implica la gestión simbólica de los umbrales, de los caminos y de las fronteras. La puerta dice muchas cosas de la casa y su cuidado requiere de un atento discernimiento y, al mismo tiempo, inspirar confianza, razón por la cual, Eleacín será totalmente diferente a su antecesor por ser del pueblo judío y, en consecuencia, lo ama y cuidará de él.

II.- TODO LO QUE ATES… TODO LO QUE DESATES (Mt 16,13-20).

Después de la advertencia de Jesús a sus discípulos de cuidarse de la doctrina falseada de los dirigentes religiosos, san Mateo presenta a Jesús en los límites de Galilea, en la frontera norte con Siria y Líbano, justo en la ciudad de Cesarea de Filipo, ubicada al pie del monte Hermón, en los altos del Golán. Recordemos que Herodes el Grande repartió su reino entre sus tres hijos y esta región correspondió a Filipo y puso este nombre a la capital en honor al emperador César Augusto y a sí mismo; en la antigüedad era un lugar de culto al dios Pan, de donde deriva su nombre Panias, pero como en la lengua árabe no existe el sonido de la letra “P”, es conocida como Banias y es aquí donde se desarrolla la escena que tiene como finalidad, esclarecer dos temas: a).- La identidad de Jesús: en el c. 8,27 surge una pregunta ¿Quién es éste, que hasta el viento y el mar le obedecen?, la cual conecta con 1,1 que presenta a Jesucristo como hijo de David e hijo de Abraham; en 1,21 lo presenta como el que salvará a su pueblo de todos sus pecados; los magos de Oriente se presentan para adorarlo (2,1-12) y en 3,17 es “presentado oficialmente” como el Hijo amado en quien el Padre se complace. La totalidad del c. 10 está dedicado al envío de los Doce con poder sobre los espíritus inmundos para expulsarlos y para curar toda enfermedad y toda dolencia, para proclamar que el Reino de los cielos está cerca; pues bien, es el momento de “evaluar” la experiencia de la gente respecto a Jesús y para esto se retira a un lugar neutro, a la frontera de la tierra prometida, entre judíos y paganos para evitar los equívocos del pueblo judío respecto al mesías y el resultado aún está lejos de lo esperado y-entonces- ahora es el turno de los predicadores para clarificar su experiencia y su relación con Jesús y es Pedro quien, por revelación del Padre (16,17), confiesa a Jesús primero como el Mesías, el Cristo, para luego profesar su divinidad, ya que es el Hijo de Dios vivo (16,16). b).- La misión de Pedro se deriva de la revelación recibida del Padre, ya que, de este modo, se indica que él es el elegido para ser la cabeza visible de la Iglesia, a él se le entrega las llaves del Reino con el poder de atar y desatar; se le cambia el nombre porque a partir de este momento será el fundamento, la roca sobre la que Cristo edifica su Iglesia. Las llaves hacen alusión a las puertas que ahora deberán abrirse frecuentemente para ver si afuera queda alguno, Pedro se convierte en custodio y siervo de la puerta de Dios que es Jesús (Jn 19,9), también tiene la tarea de abrir al buen Pastor (Jn 10,2), obedece a la voz del Pastor; pensemos en la sagrada familia de Nazaret, que sabe bien lo que significa una puerta abierta o cerrada.

III.- TODO PROVIENE DE DIOS (Rm 11,33-35).

Analizado el sentido salvífico de la rebeldía de Israel para los gentiles, san Pablo concluye está epístola proclamando la insondable riqueza de la sabiduría y de la ciencia de Dios que salva contra toda lógica humana, porque de Él, por Él y para Él son todas las cosas, no para el pecado ni para la muerte, sino para Dios. ACTIVIDAD : 1.- ¿Para qué servicio te ha elegido el Señor y cómo se lo agradeces?; 2.- ¿cómo anuncias que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios vivo?; 3.- ¿de qué y cómo te ha salvado Dios? MEMORIZA : “Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios vivo” (Mt 16,16).

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