Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez

XII ORDINARIO/A. I.- JUEZ DE LO JUSTO (Jr 20,10-13; cfr. 11,20).

El profeta Jeremías ha sido elegido desde el seno materno para servir a Yahvé (1,4-10) para llamar a su pueblo al retorno a la fidelidad a su Dios y a la alianza pactada en el Sinaí; no ha sido una tarea fácil, puesto que él debía hablar solamente lo que Yahvé le comunicaba y esto le acarreó muchas y serías dificultades con todos sus coterráneos. Los cc. 19 y 20,1-6, dan cuenta de una acción profética cargada de simbolismos y su consecuente explicación; se trata del jarro roto y las palabras dirigidas a todo Judea y la reacción del sacerdote Pasjur, quien ordena dar una paliza al profeta de Anatot y meterlo a la cárcel de la Puerta Alta de Benjamín; dicho sacerdote también recibe lo suyo en el oráculo pronunciado en el templo. Inmediatamente viene una serie de textos que reflejan, por una parte, el dolor del profeta dando la impresión de que Dios es el responsable de su desdicha y enorme desesperación, pero, por otra parte, mantiene la certeza de que Yahvé es el Dios de la gracia y en lo más profundo de su angustia lanza un grito de esperanza (vv. 11-13); pese a todos los ataques y burlas está consciente de que Yahvé está con él cual campeón poderoso. El v. 10 refleja cómo troca el corazón humano (convertir una cosa en otra diferente) que puede cambiar fácil y rápidamente de bondadoso a malvado y el profeta lo sabe por experiencia propia (cfr. Sb 2 especialmente los vv. 12-20), su fidelidad al Dios de la alianza le ha valido la burla, el escarnio, el odio y el desprecio del pueblo; sin embargo, el texto cierra con la invitación para cantar y alabar al Señor, que salva la vida de su pobre de la mano de los malhechores (v. 13)

II.- NO TENGAN MIEDO A LOS QUE MATAN EL CUERPO (Mt 19,26-33). Continuamos con el tema iniciado el domingo anterior, en el que Jesús actúa ante la realidad encontrada y reflexionada que concluye con el envío de los Doce con las instrucciones necesarias para cumplir con la misión que el Señor les ha encomendado, en la misma dinámica de Jn 20,21 “Como el Padre me envió, también yo los envío” y para este envío, recordemos, les ha dado la paz, les dio el Espíritu Santo y el poder para perdonar los pecados (Jn 20,22-23). Así que San Mateo ha ido mostrando con una sencilla exquisitez lo que hoy llamamos “el perfil” de cada uno de los discípulos que -antes que nada- deben asemejarse al Maestro a quien anunciarán con palabras y obras y este comienzo está marcado por las persecuciones en las cuales deben mantener actitudes que los identifiquen siempre como discípulos que siguen los mismos pasos de su Señor, asumiendo incluso las dificultades que surjan en el seno de la familia a causa de su fe, teniendo la mirada siempre puesta en Jesús quien también sufrió persecuciones y desprecios hasta ser entregado a la muerte (cfr. Mt 20,17-19). El pasaje hoy proclamado, pone al discípulo -en general- de cara a la autenticidad del mensaje y la fidelidad debida a él por ser Palabra de Jesucristo; de tal modo que podemos decir que las crisis, los conflictos y sufrimientos a causa del Evangelio, son el sello de garantía de la autenticidad y fidelidad del apostolado o ministerio apostólico, coloquialmente diríamos que constituyen el signo de que lo estamos haciendo bien. También hemos de decir que -en palabras de Mons. Carlos Talavera- “la verdad no se negocia” porque es universal, no es relativa y justamente es aquí donde hemos de poner atención de un modo muy especial, porque se trata de anunciar -según el Documento de Puebla- la verdad sobre Jesucristo (DP 170-219), la verdad sobre la Iglesia, pueblo de Dios (DP 220-303) y la verdad sobre el hombre y la dignidad humana (DP 304-339), para iluminar las conciencias y ayudar a las personas a encontrarse con Jesucristo. Jn 14,1 dice “No se turbe su corazón”; Jn 16,33 nos enseña “¡ánimo!: yo he vencido al mundo”; Lc 14,32 afirma “No temas, pequeño rebaño” y en Jos 1,9 leemos “No tengas miedo ni te acobardes, porque Yahvé tu Dios estará contigo a donde quiera que vayas”; lamentablemente solemos pensar más en lo que el otro puede hacer (matar el cuerpo) y olvidamos lo que no puede hacer (matar el alma); vayamos jubilosos, que Jesús nos ha enviado y Él viene con nosotros (Mt 28,19-20).

III.- EL DON OTORGADO (Rm 5,12-15). San Pablo continúa con el tema de la justificación y dice: por Adán entró el pecado y con él la muerte y, en cambio, por Jesucristo hemos recibido la gracia que nos ha devuelto la vida que habíamos perdido por la desobediencia de nuestros primeros padres. ACTIVIDAD : 1.- En tus tribulaciones, ¿cómo percibes la presencia, ayuda y amor de Dios?; 2.- ¿En qué fundamentas tu fidelidad al Evangelio; 3.- ¿En qué consiste el don que Dios te ha otorgado? MEMORIZA : “No teman, pues; ustedes valen más que muchos pajarillos (Mt 10,31).

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