Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez

III ORDINARIO/A.

I.- UNA LUZ RESPLANDECIÓ (Is 8,23-9,3). El libro del Emmanuel (cc. 6-12) inicia con el relato de la vocación de Isaías, para pasar enseguida a los diversos oráculos de salvación que Yahvé realiza o realizará en favor de su pueblo (cc. 7-8) para considerar enseguida la liberación propiamente dicha, tal como lo hemos escuchado hoy. En este oráculo se trae a la memoria unos acontecimientos tristes, dolorosos y humillantes para la región norte de Palestina: las incursiones asirias que terminan con la deportación para el pueblo de Galilea en el 722 (cfr. 2R 15,29), como consecuencia de sus cultos paganos y de haber olvidado la alianza con su Dios; tras la deportación israelita, el rey de Asiria trasladó colonos -paganos- y los estableció en Galilea, tomando posesión de Samaria y todas sus ciudades. Ahora el profeta recuerda este hecho histórico y vergonzoso, con la finalidad de resaltar la salvación que el Señor va a realizar en el futuro; además de la humillación de la deportación, se une ahora el hecho de la colonización por parte de los extranjeros (cfr. 2R 17,24). Pero cuando se empieza a hablar del futuro, comienza también un cambio de perspectiva, ahora se habla de un futuro glorioso para las regiones de Zabulón y de Neftalí, las tinieblas del paganismo y de la impureza -por la presencia de los extranjeros- trocará a mejor porque una gran luz resplandecerá sobre ellos, quienes se llenarán de alegría porque Dios se hace presente y, con ello, se quebranta el yugo que pesaba sobre ellos, semejante a la gran derrota de Madián por manos de Gedeón (cfr. Jc 7,15-25).

II.- EL REINO DE LOS CIELOS HA LLEGADO (Mt 4,12-23). En el Evangelio según San Mateo, ha concluido el tiempo de las tentaciones en el desierto en las que Jesús, a diferencia de Israel, sale vencedor porque ha demostrado -o confirmado- que ama perfectamente a Dios; también ha tenido lugar el arresto del Bautista, de modo que ya no es tiempo de preparar, el camino ya ha sido preparado y, en cambio, es el momento de iniciar la actividad pública del Mesías. La estructura del texto se divide en dos partes, vv. 12-26 y de los vv. 18-23 y ambas están unidas por el v. 17 que contiene la predicación inicial de Jesús: “Conviértanse, porque el Reino de los Cielos ha llegado”; ésta constituye el mensaje inicial que se va desarrollando de modo diferente en cada una de las partes de esta perícopa. En la primera se tiene el cumplimiento de la profecía de Is 8,23-9,1; aquella Galilea considerada impura debido a la presencia de los colonos paganos que llegaron después de la desaparición del Reino de Israel y cuya humillación se representaba con las tinieblas (del desconocimiento de Yahvé), ahora se ve transformada por una luz que surge y resplandece sobre ella; la aparición de Jesús, el Mesías, redime y rescata a esta región y a quien se dirigen las primeras palabras públicas del Mesías con el anuncio de la llegada del Reino de los Cielos. En la segunda sección encontramos, como consecuencia del anuncio, la llamada a los cuatro primeros discípulos, Pedro, Andrés, Santiago y Juan que tienen en común la fraternidad entre Pedro y Andrés, como lo son también Santiago y Juan, tienen el mismo oficio -pescadores-, ambos binomios estaban haciendo cosas propias de su trabajo y, finalmente, inmediatamente lo dejaron todo para seguir al Maestro que los ha llamado. El relato concluye con un sumario que presenta a Jesús acompañado ahora por los cuatro primeros discípulos, enseñando, proclamando la Buena Nueva del Reino y curando toda enfermedad y dolencia, puesto que Dios viene a curar, a sanar y a salvar a la totalidad de la persona humana.

III.- PREDICAR EL EVANGELIO (1Co 1,10-13.17). La Iglesia ha sido fundada y enviada por Cristo para anunciar el Evangelio y San Pablo es consciente de que esto no la exime de las dificultades, ni del acecho del enemigo, razón por la cual exhorta a todos a vivir en la unidad. Independientemente de quién haya sido el evangelizador, todos formamos el único Cuerpo de Cristo y, en consecuencia, vivimos la misma vida. ACTIVIDAD : 1.- ¿Qué diferencia radical encuentras entre tu pasado y tu presente?, 2.- ¿De qué maneras expresas la llegada y presencia del Reino en tu vida personal y familiar? y, 3.- ¿Cómo vives y enseñas a vivir la unidad de la Iglesia?

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