Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez

XXVII ORDINARIO/B.

I.- UNA SOLA CARNE (Gn 2,18-24). El segundo relato de la creación se asemeja a una sinfonía que tiene como obertura el relato del estado de la tierra: no había llovido ni había hombre que labrara el suelo (vv. 4a-6); el primer movimiento se concentra en presentar la creación del hombre y cómo se convierte en un ser viviente (v. 7); el segundo movimiento, el más largo, describe el jardín en Edén, en el que destaca el árbol del bien y del mal (vv. 8-17). El tercer movimiento aborda el tema de la creación del reino animal, a quien el hombre le impone nombre, pero sin encontrar ayuda para él (vv. 18-20) y así llegamos a un vibrante y espectacular final: la creación de la mujer a partir de la costilla del varón y quienes se unirán para hacerse una sola carne (vv. 21-24). El libro de Tobías 8,6 pone en la oración de Tobías y Sara, este relato de la creación mostrando, así, que el matrimonio entre varón y mujer forma parte del proyecto de Dios desde los orígenes, por lo tanto, es anterior a la sociedad y al Estado.

II.- YA NO SON DOS (Mc 10,2-16). San Marcos nos regala hoy dos temas por demás interesantes y provechosos; el primero toca el asunto sobre el divorcio (vv. 2-12); ante la pregunta/trampa de unos fariseos “¿Puede el marido repudiar a la mujer?” (v. 2b), Jesús responde con otra pregunta que los hace ir a la ley (Dt 24,1) y luego los remite a la etapa de la esclavitud, cuando alude la dureza de su corazón (Ex 7,12), similar a la actitud del faraón ante la petición de dejar salir a Israel, un corazón duro, obstinado que se resiste a toda razón, a todo argumento. Acto seguido, al igual que Tobías, Jesús cita Gn 1,27 y 2,24, para recordarles que el matrimonio, forma parte original del proyecto de Dios y que al hombre no le corresponde separar lo que Dios ha unido y para siempre. El adulterio se origina cuando tomas algo que ya no te pertenece (tu cuerpo) pues al contraer nupcias te donaste totalmente a la otra parte y ella te aceptó para cuidarte y hacerse cargo de ti; de modo que ya no tienes nada para dar a otra persona; por lo tanto, por un lado robas y por el otro mientes, pues no la amas. El segundo tema presenta una escena de Jesús y los niños, que se convierte en ocasión para una catequesis acerca del Reino de Dios (vv. 13-16). La gente quiere que Jesús bendiga a los niños, pero los discípulos tratan de impedirlo ¿por qué?, porque generalmente asociamos la infancia con travesuras, llantos, gritos que incomodan, berrinches, etc., pero Jesús nos invita a pensar desde otra perspectiva: pensemos en los recién nacidos ¿qué pueden hacer por sí mismos? Nuestra respuesta lógica sería “nada”, pero no es así, ellos pueden hacer una sola cosa y esa es “dejarse”, todo lo recibe, el abrazo, el beso, el alimento, bañarlo, cambiarlo de ropa. A esas actitudes se refiere Jesús para recibir el Reino como ellos, saber estar en las manos del Padre.

III.- TENGAN PARTE EN SU GLORIA (Hb 2,8-11). La carta a los hebreos comienza afirmando que Jesús es el Hijo, heredero y por quien también hizo todas las cosas y que una vez llevada a cabo la purificación de los pecados, está sentado a la diestra de la Majestad. Es a Él a quien vemos coronado de gloria y majestad, pues su muerte es para bien de todos. Dios quiere que todos sus hijos tengan parte en su gloria y para esto, el santificador y los santificados tenemos la misma condición humana y somos hermanos.

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