Rolando Quevedo Lara

LA REPÚBLICA RESTAURADA

Hoy, permítame rescatar la entrega publicada el martes 17 de julio de 2001, en el baúl en donde están los viejos libros de la Historia de México, allí, una de las más famosas frases célebres de un estadista del siglo XX, que vivió en el siglo XIX.
Recordemos el episodio final de La República Restaurada.

Un día del mes de julio de 1866, Napoleón III ante las presiones que tenía en Europa -Prusia se preparaba para invadir Francia-, decidió retirar su ejército de México; dejó en el abandono total a Maximiliano de Habsburgo, quien pensó en abdicar al “imperio”, pero los conservadores lo convencieron de que siguiera a cargo del gobierno.

El mando militar fue tomado por los conservadores, al frente de ellos los generales Márquez, Miramón y Mejía trataron de frenar el avance de los republicanos. Sin embargo, a medida que las fuerzas francesas iban abandonando el país, las tropas republicanas, al mando de los generales Mariano Escobedo, Ramón Corona y Porfirio Díaz, iban ocupando progresivamente las importantes ciudades de Saltillo, Hermosillo, Chihuahua, Guaymas, Mazatlán y Zacatecas, en donde Benito Juárez estableció su gobierno.

El “imperio” con sede en la capital mexicana, después de largo asedio y ante el abandono de los soldados franceses, se rindió a los republicanos el 15 de mayo de 1867. El 19 de junio de ese año, Maximiliano, Miramón y Mejía, fueron fusilados. Así se confirmó el triunfo de la República y, sobre todo, la reafirmación de la independencia nacional.

Después de “las victorias” logradas contra Márquez, Porfirio Díaz tomó la ciudad de México, y el 15 de junio de 1867 hizo su entrada triunfal Benito Juárez, restableciendo el orden constitucional. Se consolidó la segunda independencia nacional y reafirmó el derecho de México a la autodeterminación; puso el oaxaqueño “todo en su lugar”, y un mes después, se presentó ante el Congreso de la Unión.

Pues bien, un día como ayer pero hace 155 años, ese hombre de México, no “héroe”, el 17 de julio de 1867, al “triunfo” de la República, lanzó el mensaje para todos los tiempos: Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos, pues entre los individuos, como entre las naciones, el respeto el derecho ajeno es la paz.

DISCURSO DE UN ESTADISTA

Permítame Caro Lector, ocupar el espacio en tal capítulo de la verdadera Historia de México, por tres motivos:
a.- El triunfo de los republicanos, no fue por laureles de guerra, sí por el abandono del campo de batalla por los franceses.
b.- Responder a pregunta expresa de jóvenes amigos: ¿Cuándo dijo Juárez la famosa frase?
c.- Para que los jóvenes precisamente, los no tan jóvenes, y para los que dicen saber, ubiquen tiempos.

El discurso de un estadista:

“Mexicanos: el gobierno nacional vuelve hoy a establecer su residencia en la ciudad de México, de la que salió hace cuatro años. Llevó entonces la resolución de no abandonar jamás el cumplimiento de sus deberes tanto más sagrados, cuanto mayor era el conflicto de la nación. Fue con la segura confianza de que el pueblo mexicano lucharía sin cesar contra la inicua invasión extranjera, en defensa de sus derechos y de su libertad. Salió el gobierno para seguir sosteniendo la bandera de la patria por todo el tiempo que fuera necesario, hasta obtener el triunfo de la causa de la independencia y de las instituciones de la República.

Lo han alcanzado los buenos hijos de México, combatiendo solos, sin auxilio de nadie, sin recursos, sin los elementos necesarios para la guerra. Han derramado su sangre con sublime patriotismo, arrostrando todos los sacrificios, antes que consentir en la pérdida de la República y de la libertad.

En nombre de la patria agradecida, tributo el más alto reconocimiento a los buenos mexicanos que la han defendido y a sus dignos caudillos. El triunfo de la patria, que ha sido el objeto de sus nobles aspiraciones, será siempre su mayor título de gloria y el mejor premio de sus heroicos esfuerzos.

Lleno de confianza en ellos procuró el gobierno cumplir sus deberes, sin concebir jamás un solo pensamiento de que le fuera lícito menoscabar ninguno de los derechos de la nación. Ha cumplido el gobierno el primero de sus deberes, no construyendo ningún compromiso en el exterior ni en el interior, que pudiera perjudicar en nada la independencia y soberanía de la República, la integridad de su territorio o el respeto debido a la Constitución y a las leyes. Sus enemigos pretendieron establecer otro gobierno y otras leyes, sin haber podido consumar su intento criminal. Después de cuatro años, vuelve el gobierno a la ciudad de México, con la bandera de la Constitución y con las mismas leyes, sin haber dejado de existir un solo instante del territorio nacional.

Mexicanos: encaminemos ahora todos nuestros esfuerzos a obtener y consolidar los beneficios de la paz. Bajo sus auspicios será eficaz la protección de las leyes y de las autoridades para los derechos de todos los habitantes de la República.

Que el pueblo y el gobierno respeten los derechos de todos, pues entre los individuos, como entre las naciones, el respeto al derecho ajeno es la paz.

Confiemos en que todos los mexicanos, aleccionados por la prolongada y dolorosa experiencia de las calamidades de la guerra, cooperemos en adelante al bienestar y a la prosperidad de la nación, que sólo pueden conseguirse con un inviolable respeto a las leyes y con la obediencia a las autoridades elegidas por el pueblo.

Mexicanos: Hemos alcanzado el mayor bien que podíamos desear, viendo consumada por segunda vez la independencia de nuestra patria. Cooperaremos todos para poder legarla a nuestros hijos en camino de prosperidad, amando y sosteniendo siempre nuestra independencia y nuestra libertad”.

DEL PRINCIPIO AL FIN

EL DISCURSO de Benito Juárez García un día como ayer, pero de hace 155 años, pues… USTED, ¿qué opina?…

 

Rolando Quevedo Lara
quevedo_r@yahoo.com.mx

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