Luis Velázquez

Contemplación mística/ Mirar y admirar a la mujer/ Acoso sexual

EMBARCADERO: Nada hace más dichosos y felices a cierto tipo de hombres como mirar y admirar a una mujer… “Soy feliz, mirándote” dijo Ernest Hemingway a la escritora y reportera Martha Gellhorn cuando se conocieron… Pero hay par de escritores, entre otros, que elevan con fervor religioso la contemplación mística y sicológica de la mujer… El primero, Gabriel García Márquez, en su novela “Memorias de mis putas tristes”… La historia de un hombre que al cumplir 90 años de edad quiere darse un súper regalazo con una chica virgen, de unos veinte años, en el prostíbulo del pueblo y pide el favor a la madrona…

ROMPEOLAS: La madrona tarda unos días, pero la tiene lista el día del cumpleaños del anciano aquel… La cita es de 6 de la tarde a las 6 de la mañana… Y cuando el anciano llega al prostíbulo, la chica virgen está acostada boca abajo en una habitación, desnuda, con la caballera larga escurriendo sobre la espalda y con las manos entrelazadas que le sirven de almohada… El anciano la mira y admira en su belleza… Y la sigue mirando recordando los días y noches idas en la pasión contrariada… Y la deja dormir…

ASTILLEROS: En la contemplación mística del deseo humano, el hombre de 90 años la sigue admirando, pero se queda dormido… Y sin haber probado una gotita de licor de la botella que tiene a un lado… La noche camina inalterable y el viejito sigue dormido y la chica también… Ella, acostada en la cama y el anciano sentado en una silla confortable soñando, imaginando el banquete corpóreo que le espera… A las 6 de la mañana del día siguiente, la asistente del antro despierta a la chica para que se retire, porque la hora de la cita ha terminado… Y ni modo, el anciano se quedó dormido…

ESCOLLERAS: Horas después, el viejito despierta… Y pregunta por la chica… Y le dicen que se retiró a las 6 de la mañana, cuando los gallos cantaban en el patio, porque el tiempo de la cita había terminado… El anciano pone furioso y emberrincha, pero la dueña del congal lo apacigua… Tú, le dice, tuviste la culpa… Yo cumplí, pero te quedaste dormido… Pero, bueno, el viejito tuvo su ratito de gloria mirándola dormir, suficiente para saborear el recuerdo…

PLAZOLETA: El otro escritor que alcanza la felicidad mirando y admirando a la mujer, es el japonés Yasunari Kawata, también Premio Nobel de Literatura… La novela se llama “La casa de las bellas durmientes”, un prostíbulo para hombres viejos donde la única relación sexual es mirar a las mujeres durmiendo narcotizadas ex profeso, acostadas bocaabajo, desnudas, únicamente para la contemplación… El hombre se vuelve un adicto del cuerpo femenino, sin nunca tocarlas, quizá conformándose con olerlas…

PALMERAS: La contemplación mística de una mujer suele darse en las novelas, pues, y como en el caso de Veracruz, está prohibido caer en el acoso visual… De acuerdo con el Código Penal, si una mujer se siente seguida y perseguida con la mirada intensa y frenética de un hombre lo puede denunciar de acoso y someterlo a proceso penal… A tal grado que, por ejemplo, si una mujer se declara acosada o ultrajada por un hombre en automático está vedado para un cargo público… Y mirar, ajá, con discreción a una mujer está en chino, pues todas las mujeres sienten y saben cuando un hombre las mira… Y las mira, además, con deseo y frenesí…

Malecón del Paseo

Luis Velázquez

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