Probablemente has escuchado los refranes populares “al que madruga Dios lo ayuda” …. Este decir describe un rasgo del carácter que la Biblia considera vital para cualquier labor u empresa exitosa?
Ese rasgo de carácter es la diligencia, que en la Biblia se contrasta frecuentemente con la pereza y el postergar lo que tenemos que hacer. El lenguaje hebreo emplea la palabra alba para describir la diligencia: “alba” alude a un persona que se mantiene despierto y alerta (que madruga), y se dedica a mejorar y pulir sus habilidades.
No podemos pasar nuestro tiempo soñando despiertos, ni esperar hasta que todas las condiciones parezcan totalmente óptimas antes de empezar. El hombre perezoso siempre está soñando y desea alcanzar el éxito, pero nunca está dispuesto a pagar el precio de la perseverancia. Por eso termina sumido en la frustración y el vacío. En cambio, un hombre diligente es un hombre satisfecho.
Antes que el apóstol Pedro procediera a conectar los bloques fundamentales del carácter como la fe, la virtud, el conocimiento y el dominio propio, él exhortó a sus lectores a poner “toda diligencia” en adquirirlos (2 Pedro 1:5). Tales cualidades no se encuentran en un cristiano superficial. La única manera como se arraigan en nuestro carácter es mediante su búsqueda y aplicación constantes.
Nuestro peregrinaje en la tierra es breve. Un creyente diligente está alerta pendiente a cada oportunidad para compartir a Cristo y darlo a conocer, tendrá la mayor influencia en el Reino de Dios. Queda poco tiempo, pero podremos redimirlo para los propósitos divinos si nos mantenemos diligentes en nuestro trabajo, estudios, testimonio y nuestra vida de oración.
No debemos mirar al cielo para ver si encontramos la nube y pretextar que no se ve buen día para lavar trabajar salir y decir mejor mañana o cuando el clima este bien trabajare…Tú se diligente, lava, siembra, trabaja, que todo es temporal esfuérzate y sé valiente dice la palabra… No temas no desmayes por que El Señor tu Dios estará contigo… así que ánimo sigue trabajando sigue avanzando hasta que Cristo venga. ¡Aleluyaaaa!
“El agricultor que espera el clima perfecto, nunca siembra; si contempla cada nube, nunca cosecha”.
Eclesiastés 11:4