PRESENTACIÓN DEL SEÑOR

I.- MIREN: YA VA ENTRANDO (Ml 3,1-4).

Malaquías es el profeta que, inspirado en el libro del Deuteronomio y en Ezequiel, comunica a Israel la voluntad de Yahvé Sebaot y, en el texto que ha sido proclamado, tenemos como tema central el día de Yahvé y como preludio de esta jornada se anuncia el envío del mensajero del Señor para allanar el camino delante de su Dios (cfr. Is 40,3), mismo que entrará de improviso en el santuario; entonces preguntamos ¿Por qué es necesario preparar el camino al Señor?, ¿por qué es urgente? Comencemos por hacer un breve recorrido a través del libro profético: 1.- El amor de Dios . Yahvé o su profeta han afirmado el amor de Yahvé a Israel y, a cambio, el pueblo responde cuestionando dicho amor y sus manifestaciones; 2.- El pecado de los sacerdotes . Con sus faltas cultuales los hijos de Leví han manchado el altar y menospreciado el nombre de Yahvé Sebaot; también han corrompido al pueblo al no saber enseñar la ley, olvidando que ellos también son mensajeros del Señor; 3.- matrimonios mixtos y divorcios. El pueblo ha profanado el santuario querido de Yahvé al permitir los matrimonios mixtos (judío con extranjera) y por si fuera poco, a esto han añadido el divorcio, cosa que Yahvé odia, puesto que se opone al plan original de Dios (cfr. Gn 1,27-28; 2,21-25; Tb 8,6; Mt 19,28-33); 4.- Prosperidad de los malvados. Esta aparente riqueza es cuestionada por el pueblo que se considera justo; 5.- El fraude contra el diezmo, que era un impuesto para la subsistencia de los levitas centralizado en el único santuario. Pues bien, estas son las causas que hacen urgente la purificación del pueblo que está llamado a volver al Señor, depuración que se describe con imágenes de la vida cotidiana; la finalidad es hacer aptos a los hijos de Leví para ofrecer sacrificios agradables al Señor; el día de Yahvé devorará a los malvados y asegurará el triunfo de los justos. Esto nos enseña que no es posible burlarse de Dios que exige de su pueblo religión interior y pureza, por eso se restablecerá el orden moral y el orden cultual, que culminará en el sacrificio perfecto ofrecido por todas las naciones .

II.- PARA PRESENTARLO AL SEÑOR (Lc 2,22-40).

La fiesta de la “Presentación del Señor” tiene su origen en las prescripciones de Ex 13,11-16 y de Nm 18,15, juntamente con lo establecido en Lv 12,1-8. A partir de aquí san Lucas nos muestra cómo José, que era justo (cfr. Mt 1,19) y María, la llena de gracia (cfr. Lc 1,28), cumplen con lo prescrito por la ley y llegan al templo para ofrecer el sacrificio por la purificación de María y para rescatar al primogénito, lo que nos recuerda la actitud de Ana al llevar al pequeño Samuel al santuario de Silo, para ofrecerlo al Señor y quede consagrado a Yahvé por todos sus días (cfr. 1S 1,19-28). Se trata de una pareja pobre y sencilla, pero que ha encontrado en su Dios la fuente de su vida y por ello buscan agradarle cumpliendo sus preceptos; no llevan signos o símbolos especiales para mostrar su identidad, sino sólo la alegría de estar en la presencia de Yahvé, de que sus pies están pisando los umbrales del templo [cfr. Sal 122 (121),1-9]; en sus brazos llevan a un recién nacido ante quien se abren todas las puertas porque es el rey de la gloria [cfr. Ex 40,34-35; Sal 2,6-7; Sal 24 (23)], es pequeño, es frágil, pero es el Verbo hecho carne que habita entre nosotros (cfr. Jn 1,14); y viene para que tengamos vida en abundancia (Jn 10,10); es un niño que crecía y se fortalecía llenándose de sabiduría y la gracia de Dios estaba con Él. De Simeón se dice que era justo, piadoso y lleno del Espíritu Santo y que tomó en sus brazos al niño, una actitud que manifiesta la aceptación de la Buena Nueva, cosa contraria a la postura casi continua del pueblo que rechazó a su Dios y la misericordia que les traía; aquí la salvación aparece ya no como privilegio israelita, sino como patrimonio de todas las naciones. Ana, por su parte, servía a Dios interpretando sus designios y, por lo tanto, también habló del niño como causa de salvación.

III.- TIENEN LA MISMA SANGRE (Hb 2,14-18).

Recordemos que Hb 1,3 presenta a Jesús como el resplandor de la gloria de Dios e imagen de su esencia, es el que ha realizado la purificación de los pecados y está sentado a la diestra de Dios; por esta razón el autor sagrado nos invita a poner mayor atención a lo que hemos oído para no extraviarnos (cfr. 2,1). Al iniciar el tema del sacerdocio de Cristo, afirma que Dios le sometió el mundo venidero basado en el Sal 8 (cfr. 2,5), por lo que convenía que Él llevara a muchos hijos a la gloria. Por esta razón ahora afirma que tenemos la misma sangre y la misma carne que Cristo asumió para derrotar al pecado y a la muerte, vino para tender la mano a la descendencia de Abraham, asemejándose a sus hermanos, es el sumo sacerdote misericordioso y fiel.

ACTIVIDAD : 1. –¿Cómo debes preparar el camino al Señor?; 2.- ¿Cómo acoges al rey de la gloria que viene a tu vida?; 3.- ¿A qué te compromete el hecho de que compartas con Jesús la misma carne y la misma sangre?

MEMORIZA : “Porque ciertamente, no es a los ángeles a quienes tiende la mano, sino a la verdadera descendencia de Abrahan” (Hb 2,16). Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez.

REFLEXIONA : En virtud de la singular cooperación de María con la acción del Espíritu Santo, la Iglesia ama rezar a María y orar con María, la orante perfecta, para alabar e invocar con Ella al Señor. Pues María, en efecto, nos “muestra el camino” que es su Hijo, el único Mediador. (Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, 562).

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