Pbro. Lic. Wílberth Enrique Aké Méndez

XXIII ORDINARIO/B.

I.- PARA SALVARLOS (Is 35,4-7). I.- En el capítulo 34, el profeta dedica todo un oráculo sobre el fin de Edom, pueblo que se alegró por la caída de Jerusalén y que adoptó actitudes hostiles e irónicas hacia las otras poblaciones de Judá. Por esta razón en el capítulo 35 cambia totalmente de tono y explota de gozo y alegría, invitando a todos los que se sentían desanimados, tristes y abandonados, a aprender a leer los signos que hablan de la cercanía del Señor que es vengador, justiciero y viene ya para salvarlos. ¿Cuáles son esos signos? 1.- Iluminar, es decir, los ciegos verán la luz; 2.- Abrir, los sordos podrán escuchar; 3.- Saltar, como un venado lo harán los cojos y, 4.- Cantar, los mudos cantarán los salmos. No está por demás recordar que la enfermedad era considerada como consecuencia del pecado, por lo que la expresión “y viene a salvarlos” adquiere un especial significado. Para reforzar esta idea, el agua, que actúa y transforma la naturaleza, trae a la mente del pueblo dos de los grandes portentos realizados por Dios en favor de Israel: el paso por el mar Rojo que los salvó de la muerte y el momento en el que atravesaron el río Jordán para entrar a la tierra que mana leche y miel.

II.- ¡QUÉ BIEN LO HACE TODO! (Mc 7,31-37). Nuevamente el mar de Galilea es escenario de otro milagro de Jesús y ahora es el turno de un hombre sordo y mudo: no puede escuchar la ley ni puede proclamar las maravillas del Señor, esta es su doble condición y la petición es que le impusiera las manos. La primera acción que el Señor realiza es apartarlo de la gente, puesto que Él es quien salva, quienes se lo llevaron han cumplido con su misión, pues sólo les corresponde ponerlo frente a Cristo para que Él lo salve. Y es necesario apartarse del ruido, de lo que distrae e impide encontrarse con el Señor. El modo como Jesús lo sana nos recuerda el texto de Ias 6, cuando en el relato de la vocación del profeta, un querubín toca la boca de Isaías con la brasa del carbón del altar, para purificarlo. Al rito le acompaña la expresión “¡Effetá!”, mismos que son incorporados al final del rito del bautismo. La frase “¡Qué bien lo hace todo!”, nos remite al final del primer relato de la creación, cuando Dios vio todo lo que había hecho y vio que todo era bueno.

III.- RICOS EN LA FE (St 2,1-5). Santiago se dirige a la comunidad con una exhortación para la vida práctica, es decir, no mezclar la fe en Cristo glorificado y su celebración litúrgica, con la acepción de personas. Juzgar con criterios torcidos, equivale a negar que el hombre ha sido creado a imagen y semejanza de Dios y, en consecuencia, empezamos a fijarnos en la apariencia y no en la verdad sobre el hombre, cuyo misterio sólo se comprende a la luz de Jesucristo verdadero Dios y verdadero hombre.

TE PUEDE INTERESAR

La amenaza del Guillain Barré

Se ha estado especulando mucho sobre las causas que están ocasionando la aparición del Síndrome …