María Branyas Morera estuvo marcada por más de un siglo de historia: en 117 años y 168 días fue testigo de guerras y pandemias.
ESPAÑA
AGENCIAS
María Branyas Morera, quien ostentaba el título de la persona más longeva del mundo, murió este 20 de agosto a los 117 años de edad. Nacida el 4 de marzo de 1907 en San Francisco, California, falleció la madrugada del lunes en la residencia Santa María del Tura de Olot, en España, donde vivió sus últimos 20 años.
Ella fue testigo de más de un siglo de historia y disfrutó una vida plena y feliz. Sus restos fueron incinerados en una ceremonia privada en el Cementerio Municipal de Olot, en Girona.
María se convirtió en la persona más longeva del mundo el 17 de enero de 2023, tras el deceso de la francesa Lucile Randon, quien dejó este mundo a la edad de 118 años.
Branyas siempre mantuvo una actitud humilde, y siempre que podía señalaba que su longevidad no era mérito propio, sino simplemente una circunstancia de la vida.
Su hija Rosa Moret, de 80 años, compartió que María siempre gozó de buena salud y nunca padeció enfermedades graves, lo que contribuyó a que viviera por más tiempo. Incluso sobrevivió al COVID-19 en 2020, cuando tenía 113 años.
En su más de un siglo de vida, María siempre mantuvo una mentalidad positiva y afirmaba que la clave para cumplir cada vez más años radicaba en vivir sin remordimientos y alejada de las personas tóxicas.
SU DIETA CONTRIBUYÓ A SU LARGA VIDA
María siempre comía en pequeñas porciones, pero de todo, sin seguir una dieta estricta. Sin embargo, confesó en una entrevista confesó que su debilidad era el yogur, al que cariñosamente se refería como su maná celestial.
María nació en una familia de origen español que emigró a Estados Unidos. Su padre, un periodista de Pamplona, se había trasladado a San Francisco por motivos laborales después de una estancia en México. En 1914, la familia emprendió el regreso a Cataluña. A su regreso a España, María vivió en varias localidades catalanas antes de establecerse definitivamente en Olot.
A pesar de su avanzada edad, María conservaba una notable lucidez y una memoria clara hasta sus últimos años, aunque en el último periodo comenzó a perder visión, oído y memoria.
Pasaba la mayor parte de sus días sentada en una silla en su habitación, donde recibía visitas de sus dos hijas y algunos familiares cercanos. Su hijo mayor, que habría cumplido 92 años, falleció antes que ella.