En el artículo anterior hablamos que el auge de las redes sociales tiene implicaciones para nuestros derechos fundamentales, quizá sobre todo para nuestra libertad de expresión.
¿Qué debemos saber sobre los derechos de libertad de expresión en las redes sociales?
El auge de las redes sociales ha dado una nueva importancia a la protección de la libertad de expresión. A menudo podemos decir cosas desde el anonimato, lo que no es necesariamente malo, especialmente en lugares donde criticar al gobierno puede ponerte a ti o a tu familia en peligro. O cuando quieres buscar ayuda para un problema médico privado. Pero también permiten que se utilice ese anonimato para acosar, hostigar o intimidar a las personas.
Las redes sociales nos brindan a todos una plataforma. De nuevo, esto no es algo inherentemente malo. No solo permiten que cualquiera comparta sus ideas, sino que nos conectan de forma más rápida y barata, permitiendo el intercambio de ideas y la creación de distintas cosas. Pero también amplía la capacidad de difundir fácilmente desinformación que puede causar daño tanto a individuos como a la sociedad en su conjunto.
¿Cómo filtran el discurso las plataformas de redes sociales?
Las plataformas de redes sociales pueden filtrar el contenido y, por ende, limitar la libertad de expresión, utilizando tanto inteligencia artificial como humanos para revisar el contenido que podría no ser legal compartir. Pueden eliminar lo que compartes o bloquearte de forma legal para que no compartas contenido si este no está protegido, por ejemplo si utilizas las redes sociales para incitar a la violencia. Y, por supuesto, las redes sociales tienen condiciones de servicio que incluyen todo un abanico de causas más de sanción. (Aunque también puede darse el caso de que sus condiciones de servicio infrinjan la ley limitando contenidos lícitos).
La mayor parte de esta revisión de contenido, sobre todo la que no es consecuencia de las quejas de otros usuarios, implica el uso de algoritmos que rastrean contenidos. Esto se hace mediante algoritmos de curación de contenidos o los llamados filtros de contenidos que, si están mal diseñados, pueden acabar bloqueando una gran parte de contenido libre y legal, además del ilegal. De nuevo, resulta crucial ver dónde y cómo se traza la línea.
Tal vez la forma más drástica de filtrar el contenido y el discurso en las redes sociales sea bloquear directamente a algunas personas para que no utilicen su servicio, cuyo efecto es la restricción de voces que pueden ser escuchadas en una plataforma. Para algunas personas, es algo positivo, y lo es efectivamente en el caso de personas que difunden discursos de odio o incitan a la violencia. Estas cuestiones estuvieron en el centro del debate cuando cierto ex presidente de Estados Unidos fue bloqueado de Twitter y Facebook tras el ataque al Capitolio de Estados Unidos.
¿Qué le depara el futuro a la libertad de expresión en las redes sociales?
Quizá la respuesta sea corta y decepcionante, pero la verdad es que no sabemos qué deparará el futuro. Parece que existe un consenso en que no debemos permitir que se compartan contenidos ilegales en Internet. Pero es más fácil decirlo que hacerlo. Las empresas, los políticos y las organizaciones de derechos humanos y digitales tienen discrepancias sobre cómo llevarlo a cabo exactamente, y qué consideraciones deben tener más peso que otras.
Regular la expresión en línea es complicado. Pero si lo dejamos en manos de las plataformas de las redes sociales y sus algoritmos, nuestra libertad de expresión, y por tanto nuestra democracia, se verá afectada. Deberían utilizar una fracción de sus beneficios para crear un sistema de quejas en el que siempre se pueda solicitar la revisión humana de una decisión de un algoritmo de filtrar o bloquear contenidos. Y, si es necesario, cualquier persona debería poder acudir a un juez para que escuche su caso.
Las plataformas de redes sociales no solo deben ser jurídicamente responsables del contenido ilegal que se aloja en sus plataformas, sino también de eliminar contenido legal. De esta forma, crearían un sistema de revisión que tendría en cuenta la libertad de expresión de los usuarios. Y, para garantizarlo, la industria tecnológica debe estar debidamente regulada. Así pueden seguir creciendo y prosperando sin que nuestros derechos se vean restringidos.
Pero la verdad es que, por el momento, no sabemos realmente cómo funcionan sus algoritmos: cuánto material elimina o bloquean, por qué razones, cómo seleccionan nuestras noticias… Para poder garantizar que están haciendo todo lo posible para proteger la libertad de expresión, toda esta información debe estar disponible para que investigadores, autoridades y organismos de control independientes, puedan comprobarlo.
Fuentes: https:// www.liberties.eu.com
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Gabriel Alberto Ramírez Nazariego