Rolando Quevedo Lara

EL PROBLEMA NO ES LA CONSULTA, ES LA IMPUNIDAD

“El 1 de agosto más de 93 millones de mexicanos que cuentan con una credencial para votar han sido convocados para un ejercicio inédito en la historia del país: la primera consulta popular constitucional a nivel nacional, avalada por la Suprema Corte de Justicia y organizada por el Instituto Nacional Electoral para decidir si se debe o no ‘enjuiciar a los expresidentes’.

La consulta, propuesta por el presidente Manuel López, ha polarizado a la opinión pública. Están los que la apoyan y destacan sus virtudes como un evento democrático y de participación ciudadana. Están también los que la critican y señalan que se trata de propaganda, pues el gobierno está obligado a investigar y procesar a quienes cometan abusos o delitos, incluidos los ex mandatarios.

Pero perdemos de vista lo más importante. Ha quedado relegado (sin discutir y sin solución) el problema de fondo: la incapacidad institucional para el esclarecimiento de la mayoría de los delitos que se cometen México.

El elefante en la habitación es la impunidad abrumadora en el país. El 92 por ciento de los delitos, según el instituto estadístico mexicano, no se esclarecen porque ni siquiera se investigan, ya sea porque no hubo una denuncia o porque, aunque la hubo, la fiscalía correspondiente no puso en marcha ninguna indagatoria.

Más allá de la consulta popular (una herramienta democrática válida si se organiza conforme a la Constitución), el gobierno de López debería atender lo que sí es indispensable: resolver la inaceptable falta de acceso a la verdad, reparación del daño y castigo a los culpables cada que se comete un crimen en México.

Si el presidente de verdad está comprometido con hacer un cambio real en el país, lo urgente no es una consulta sino poner en marcha una reforma integral al sistema de justicia.

La idea de enjuiciar a los expresidentes fue repetida desde el arranque de su mandato. Bajo el argumento de que él no deseaba emprender una persecución política, planteó que fuera la gente la que lo decidiera a través de la figura de la consulta popular.

En 2020, la Corte aprobó la realización de la consulta y modificó la redacción de la pregunta planteada para dejarla así: “¿Estás de acuerdo o no en que se lleven a cabo las acciones pertinentes, con apego al marco constitucional y legal, para emprender un proceso de esclarecimiento de las decisiones políticas tomadas en los años pasados por los actores políticos encaminado a garantizar la justicia y los derechos de las posibles víctimas?”.

Aun con el cambio de redacción (a un enunciado tan vago que puede ser todo y nada), López sigue refiriéndose a la consulta como un cuestionamiento sobre enjuiciar a los expresidentes. Pero parece olvidar que entre las investigaciones que su gobierno aún no ha resuelto ya hay casos abiertos contra expresidentes o miembros de sus administraciones. Uno de ellos es la averiguación por los sobornos que Odebrecht —la constructora brasileña al centro de uno de los mayores escándalos de corrupción en Latinoamérica— supuestamente pagó a altos funcionarios del gobierno de Enrique Peña Nieto.

En un país donde lo normal es que no pase nada con las investigaciones abiertas, un respaldo sólido a favor de indagar delitos del pasado puede ser un mensaje contundente a las instancias responsables. Pero no pasará de las buenas intenciones si no hay cambios sustanciales en nuestro sistema judicial.

Para combatir la IMPUNIDAD, las policías y fiscalías deben presentar casos ante los jueces. Ni la denuncia por si sola ni la prisión preventiva de presuntos culpables —que el gobierno de López presume como sinónimo de justicia— son suficientes. Son solo el inicio.
Pero la perspectiva actual no es buena. En el primer año de su sexenio, el gobierno de López presentó un Modelo Nacional de Policía y Justicia Cívica al que, sin embargo, no se le ha asignado un presupuesto. También, los subsidios para fortalecer los aparatos municipales de seguridad se recortaron.

Un informe publicado a finales del año pasado muestra que de 46.000 denuncias que hay por tortura y desaparición forzada, las fiscalías del país solo han esclarecido 73. Las causas: falta de personal y capacitación y de que las agencias del Ministerio Público no tienen una cultura de atención a las víctimas”.
Así piensan en el extranjero.

DEL PRINCIPIO AL FIN

¡CUÍDESE! EL domingo no salga de su casa. ¡Implacable avanza la tercera ola! No haga caso a quienes lo incitan… FELIZ FIN de semana. Por favor, ¡SONRÍA!

De Arturo Ángel, de Animal Político para The New Times.

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