Luis Velázquez

El divorcio en auge

Nadie pensaría que la institución del matrimonio “hace agua” en Xalapa. Pero desde cuando el Registro Civil se abrió, cada día reciben cinco solicitudes de divorcio. En unos casos, dicen, por el virus. Y en otros, por la convivencia excesiva.
Con todo, el número resulta insólito. Y aun cuando de acuerdo con la estadística “se casan tres veces más de lo que se divorcian”, caray, cada quien hace su luchita y hasta las parejas gays sueñan con casarse ya en Veracruz, o en la Ciudad de México, tribunal abierto y plural, quizá por tratarse de la metrópoli más grande del planeta.
Y sin embargo, 5 solicitudes de divorcios por día prenden el semáforo rojo. 5 parejas hartas de sí mismas que sus razones tendrán. 5 matrimonios, en el despeñadero. Hijos de por medio, a la deriva. La desintegración familiar en el más alto decibel.
En el siglo pasado, desde el feudo priista cacareaban que el matrimonio “era la célula básica de la sociedad”.
Ahora, es la purificación moral, la honestidad valiente y la 4T.
Lo más riesgoso es que con cada divorcio, los hijos quedan en una especie de orfandad milenaria, histórica, legendaria y mítica.
De entrada, el pleito de cada pareja por quedarse con los hijos sin que el otro los vea ni conviva. Pleitos que llegan a la barandilla y los tribunales.
Después, el pleito para la manutención. Y el pleito para que en todo caso, el marido deposite con oportunidad el dinerito para los hijos y que por desgracia llega también a la barandilla.
Luego, el pleito cuando una de las parejas, o las dos, vuelven a casarse y los hijos siguen “como manzana de la discordia”.
Incluso, hay divorcios que suelen volverse un infierno perpetuo… con todo y que cada pareja tenga nueva pareja y nuevos hijos.
Más, cuando el hombre es un machito, trepado día y noche en su potro.
Y si la nueva pareja es ponzoñosa, envidiosa, absorbente, entonces, se vive el rincón más putrefacto del infierno.
Y si el hombre es celoso, posesivo y vengativo se padece el Día del Juicio Final.
De hecho y derecho, el divorcio bien podría considerarse un asunto de Estado porque se incide en la peor desestabilización humana y en donde los rencores y odios y pasioncillas políticas de un conflicto bélico poco son.

DESINTEGRACIÓN FAMILIAR
Ene número de factores se concitarán con los divorcios en Xalapa. Desde matrimonios jóvenes que truenan, como es de esperarse ante la inmadurez sicológica, hasta las infidelidades y deslealtades y el machismo.
Y por eso mismo se atraviesa la desintegración familiar como un pendiente oficial, pues en ningún lado hay escuelas para la vida y el desarrollo humano como tampoco cursos y cursillos para orientar y reorientar sobre la vida en común.
Más todavía cuando de por medio hay hijos, pues aun cuando la pareja se arregla con el divorcio, los peores estragos son para los hijos, más aún si son menores, aun cuando los hijos mayores también sufren y padecen.
Todavía más, porque de pronto quedan en medio de los pleitos infernales entre las partes que desean imponer su voluntad a como dé lugar… hasta destruir la vida ajena, o en todo caso, volverla un infierno.
Nadie erraría, entonces, si pensara que el aparato gubernamental y las iglesias y religiones han fracasado con mantener el matrimonio “hasta que la muerte los separe”, un predicamento, falacia pura… que ningún sentido tiene ya repetir en cada boda.
Y es que por todos lados se multiplican los divorcios y en todos los niveles. Clases altas, medias y bajas. Ricos y pobres. Pobres y ricos.
Incluso, el sicólogo del barrio dice que de cada diez niños, unos 6, 7 quizá, son hijos de padres divorciados, sin descartar, por ejemplo, que Veracruz ocupa el primer lugar nacional con adolescentes embarazadas y el primer lugar nacional en abortos clandestinos y oficiales, digamos, en clínicas médicas.
“¡El difícil arte de vivir!” le llamaba Albert Camus, Premio Nobel de Literatura.

LOS DÍAS MÁS OSCUROS
¡Vaya sociedad que se ha formado!:
Padres divorciados. Padres separados. Padres arrejuntados. Segundo y tercero y cuarto frente. Hijos a la deriva con grandes frustraciones.
Padres asesinados. Niños huérfanos. Mujeres viudas. Hombres viudos. Padres ancianos, en la deriva social y económica.
Dolor y sufrimiento en cada familia. Parientes desempleados, subempleados y con salarios insultantes.
Estudios interrumpidos de los hijos. Hijos huérfanos y con padres divorciados necesitados de trabajar para entre todos llevar el itacate y la torta a casa.
Problemas del corazón, pero también, problemas mentales. Niños, adolescentes, jóvenes, con graves focos rojos sicológicos y sociológicos.
Niños abandonados, por ejemplo, con los abuelos, pues los padres divorciados se quedaron de nuevo y quieren vivir a plenitud.
Y por tanto, niños con grandes y graves confusiones que miran, sienten, padecen y sufren el desarraigo y así crecen y se forman y tal cual aprenden y creen que la vida es y ha de ser.
Incluso, y ay si a los niños les toca un padrastro abusivo, perverso, mala leche, porque entonces, enfrentarán “los días más oscuros”.
Por eso, cuando el Ayuntamiento de Xalapa revela que en los días que caminan están recibiendo cinco solicitudes de divorcio se antoja (¡Oh, “Veracruz se antoja!”), la peor pesadilla, porque más allá del divorcio está el riesgo del infierno total y absoluto para los hijos.
El divorcio va más allá de la simple y sencilla ruptura de los padres desavenidos…

Expediente 2020
Luis Velázquez

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