Conoce el abrazo que ganó el concurso de Fotógrafo de Vida Salvaje del Año

Para fotografiar animales salvajes, no sólo hace falta habilidad y un ojo entrenado que entienda el comportamiento de distintas especies en su hábitat natural: además, se quiere una paciencia a prueba de frustración y la historia de la ganadora del Fotógrafo de Vida Salvaje 2020.

Sergey Gorsh pasó más de once meses soñando con esta toma. El fotógrafo ruso que conoció de cerca la caza hasta que un encuentro cara a cara con un leopardo le cambió la vida, instaló distintas cámaras con sensores de movimiento para intentar obtener una escena única del tigre siberiano, la subespecie más grande del mundo.

 Los tigres siberianos viven en los alrededores del Río Amur en el extremo este de Rusia, donde el cuerpo de agua forma una frontera natural con China. Es el último reducto de esta subespecie, que hace más de dos siglos solía ocupar un hábitat tan amplio que alcanzaba regiones de Europa; sin embargo, la caza indiscriminada y la actividad humana la llevaron al borde de la extinción.

La fotografía de Sergey titulada ‘El abrazo’, muestra a una tigresa siberiana parada sobre sus patas traseras, con los ojos casi cerrados y una postura tranquila mientras abraza el tronco de un abeto.

Esta conducta es propia de los felinos para dejar su olor y marcar territorio, una de las señales que junto con rasguños, excrementos y orina, Gorsh buscó durante meses para preparar sus cámaras.

Según el Museo de Historia Natural de Londres, la organización a cargo del concurso, Sergey nació en una localidad remota de Siberia, un factor que le ayudó a descubrir su pasión por fotografiar la vida salvaje. Es socio fundador de la Unión Rusa de Fotógrafos de Vida Salvaje y actualmente se especializa en captar animales de la tundra y otros climas gélidos de la región más extrema de Rusia.

Los claroscuros de la luz del Sol que se filtra a través de los demás árboles contrastan con el pelaje del tigre y crean una imagen dramática que transmite paz en un entorno natural.

Las tonalidades de la composición también fueron reconocidas por el jurado de la 56ta entrega del Wildlife Photographer of the Year. Al margen de la escena principal, los colores otoñales de las hojas secas en el suelo se mezclan con la cola del tigre en una muestra de la facilidad de esta especie para camuflarse en su entorno.

Agencias/Londres

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