Reforma/Liberal Los organizadores barajean la posibilidad de posponer la Feria.

Analizan el futuro de la próxima FIL

La próxima edición de la Feria Internacional del Libro (FIL) vislumbra diversos escenarios, entre ellos desarrollarse de manera virtual o, si las condiciones sanitarias lo permiten, mantenerse entre el 28 de noviembre y el 6 de diciembre pero en dos sedes: la Expo Guadalajara y el Centro Cultural Universitario de la UDG.

Pero hay otra opción más rotunda: no llevarse a cabo este año.

Los organizadores se han visto obligados al replanteamiento ante una pandemia de Covid-19 que no cede.

El año más duro y a la vez el más grato, pues el encuentro fue galardonado el mes pasado con el Premio Princesa de Asturias de Comunicación y Humanidades 2020.

“La realización de la Feria no es aún una decisión tomada, pero sí un escenario en el cual trabajamos, con esperanza, en el entendido -y así nos lo han manifestado muchos de los editores participantes- de que es mejor tener la FIL que no tenerla”, expresó ayer el comité organizador a través de un comunicado en el cual se recalcó que la cancelación no ayudaría a mejorar las condiciones de una industria editorial golpeada por la pandemia, aunque dicha posibilidad estaba abierta.

Mientras tanto, la incertidumbre atizó ayer entre editores y escritores, pero también asomaron propuestas.

Entrevistado, el escritor Alberto Chimal consideró que, de no realizarse en las fechas previstas, lo más conveniente sería mantener la feria en formato virtual: “Me parece que, de tener que elegir entre posponer la FIL y hacerla de modo virtual, preferiría lo segundo. La continuidad de la feria no se rompería”.

Su colega Alberto Ruy Sánchez se inclinó por apoyar la decisión que tomen los organizadores. “Sé que ellos lo harán de manera totalmente responsable”, señaló.

Mientras que el director de la Academia Mexicana de la Lengua, Gonzalo Celorio consideró prematuro pronunciarse por alguna de las opciones.

“Espero que se pueda llevar a cabo de manera presencial, porque la feria es un espacio de encuentro muy importante y múltiple, pero, evidentemente, no se podrá llevar a cabo si esto implica algún riesgo”, opinó. “Debemos esperar para tener más claro qué se puede hacer y qué es lo más conveniente. En estas circunstancias uno no tiene certidumbre frente a casi nada”.

Por su parte, editores expresaron que, de realizarse la FIL, ésta no sería la misma ante los aforos restringidos y la propuesta de una feria divida en dos, con una agenda más ligera de eventos y presentaciones.

“La FIL es el respiro final para todos al final del año; es la feria en la que vendemos más todos. Ahora eso se verá reducido, ya lo sabemos, pero en la feria también hacemos convenios con distribuidores de América Latina y Estados Unidos y eso también se verá afectado”, relató el director editorial de Sélector, César Gutiérrez.

El editor hizo una propuesta ante la Cámara Nacional de la Industria Editorial Mexicana (Caniem) para que se suspendan los tres días que se dedican a los profesionales para privilegiar la venta directa al público.

Otra posibilidad es que se aplace para mayo, aunque, según Gutiérrez, esto profundizaría las pérdidas que ya registra el sector.

“Si alguna esperanza tenemos los editores de recuperar algún dinero en ventas es la FIL. Sería lamentable que no se lleve acabo, el golpe final para muchas editoriales pequeñas, pero también serían lamentables más contagios”, abundó.

Felipe Ponce, de Ediciones Arlequín, insistió en la importancia de esta vitrina, la que más ventas al menudeo supone en el año. Posponerla sería un golpe aún más certero ante la pandemia que los paralizó.

“Me parece positivo que haya dos sedes, (porque) eso resuelve el problema de la aglomeración; se tienen que tomar todas las medidas de protección, pero creo que es importante que se realice para la reactivación de un sector que está realmente mal”, completó Ponce.

Juan Luis Arzoz, presidente de la Caniem, se mantiene expectante ante el futuro del encuentro, pero con ánimo.

“Tenemos como referencia a la Feria (del Libro) de Fráncfort, que es una referencia muy importante inclusive para la FIL y para nosotros, que con ciertas restricciones y ciertos cambios en principio sí la piensan realizar”, comparó el editor sobre el formato que podría atenderse.

“Si me preguntas mi opinión, yo la haría así, con muchas cosas virtuales, una gran dependencia de la parte virtual, poco presencial, y sí hacerla. Para que siga”.

Pero la venta de libros, lamentó, cree que no va a ser un gran negocio este año, pero ellos como cámara estarán para apoyar.

“Y si por cualquier razón -que espero no sea- se suspende, pienso que tampoco pasa nada. Se suspendería por causas totalmente ajenas a todo mundo, tanto a la autoridad de la FIL, que ha hecho un gran esfuerzo, como a los editores que hacen su esfuerzo”, dijo Arzoz. “Es una cosa totalmente fuera de nuestro control”.

Evalúan editoriales no asistir
Los sellos independientes son el eslabón más golpeado de la industria editorial ante la pandemia de Covid-19, y algunos, previo al anuncio de que podría no llevarse a cabo la FIL, ya consideraban la posibilidad de no asistir al encuentro.

“Estamos pasando una situación compleja y hacerle frente a los pagos de la FIL es muy difícil. Ésta es la venta mas importante del año pero también es un gasto tremendo, y en este momento nos estamos cuestionando si (de realizarse) podremos asistir”, apuntó al respecto Alejandra Alvarado, directora en México del sello Malpaso-Jus.

Su participación, entonces, aún no está decidida, aunque deberán tomar la decisión a más tardar este mes, cuando debería de darse el primer abono para la renta de stands.

El panorama es gris incluso para los sellos locales, cuyos equipos no corren con gastos de estadía.
Antonio Marts, de la editorial tapatía Paraíso Perdido, se encuentra revisando sus números, pues su participación, aseguró, no estaría garantizada.

La FIL hizo un descuento de 30% al costo de los estands, pero Marts no está seguro, aún así, de que pueda recuperar la inversión.

Sin embargo, informó que, de realizarse la feria y de animarse a participar, aún existiría la posibilidad de conformar un pabellón de sellos independientes, lo que sería atractivo no solamente para los editores, dijo, sino también para los lectores.

Por su parte, el escritor Rafael Pérez Gay ya ha sido firme al respecto: el sello que representa, Cal y Arena, no asistirá, según hizo público desde el miércoles.

De no realizarse, la FIL perdería 126.4 millones de pesos, que es la cantidad de ingresos que había estimado para este año.

Con información de Israel Sánchez

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